lunes, 15 de septiembre de 2008

CUMPLIMIENTO DE LA LEY DE LA MEMORIA "HISTÉRICA"

Mis queridos hijos:

Yo tuve la suerte, o la desgracia, de nacer en unos años en que España estaba revuelta, muy revuelta. Yo nací, como sabéis, en 1918. España no encontraba su camino. Acababa de salir de una pérdida colonial que aún no había superado en ningún ambiente; ni en el político, ni en el social y menos en el militar. Yo de aquello nunca supe mucho, prácticamente nada.

Pasaron los años y vuestros abuelos me mandaron a un colegio. Vuestros abuelos eran comerciantes, normales, pero tenían posibles y por eso pude realizar algunos estudios en un colegio de religiosos siguiendo sus ideologías basadas en el catolicismo. Por decirlo de alguna manera eran conservadores, gentes de orden y de paz, trabajadores, nadie les había regalado nada. Todo lo que tuvieron fue fruto de su trabajo.

Luego me llegó la hora de ir a la Universidad. Fui sólo un año. Allí conocí a algunos de los que iban a ser protagonistas de aquella trágica contienda civil en que España se emponzoñó y se degradó hasta la médula de sus huesos. Conocí a Serrano Suñer y a José Antonio, ambos mayores que yo. Sentí la muerte de José Antonio, al que había conocido en el único año que fui a la Universidad. Yo era bastante más joven y quizá por eso me atraía su personalidad. Nunca hablé ni traté con él de política. Ni con él ni con nadie.

Yo, durante todos estos años, he sido una persona (quiero creerlo) honrada. He ejercido mi empleo de la mejor manera que he podido y sabido. No creo que nunca haya hecho mal a nadie, al menos de forma consciente.

Los años fueron pasando y fue formándose nuestra familia. Hoy tengo 89 años y sigo mirando para España desde mi pequeña habitación en esta residencia donde me encuentro desde la muerte de mamá. Nunca quise ser una carga para vosotros pues bastante tenéis con vuestros trabajos y la atención a vuestros hijos.

He tratado de mantenerme siempre digno, en lo personal y en lo físico. Ya sabéis que siempre he sido un poco coqueto.

Yo aquí estoy bien. Nada me falta. Algunos domingos venís a verme y con eso me conformo. Veo a los nietos y me reconfortan.

Pero mis años son ya muchos años. Además soy un icono franquista. Soy físicamente un hombre de mediana estatura, más bien regordete. Tengo el pelo cano y peinado hacia atrás con una cierta melenilla en la nuca que se revuelve hacia arriba. Sigo con aquél bigote estrechito en la parte baja del labio superior…¿como le decían…? ¡ah, sí! “fascistoide”. Mantengo esa imagen. Cuando hace sol me pongo unas gafas “Rayban” como las que usaba el Caudillo. Soy, como decía, un icono franquista y eso, en los tiempos actuales no es muy conveniente, está mal visto. Yo creí que aquellas cosas se habían terminado, pero no. Hubo un tiempo, no lejano, donde me pareció que sí, pero ya veis.

Leo, como sabéis, los periódicos del día. Nunca se me ha quitado esa costumbre. Veo lo que el actual Gobierno de esta Nación se propone hacer, de hecho ya está haciendo, con todos los símbolos franquistas y las consecuencias que pueden tener las Instituciones o particulares que no cumplan la Ley de Memoria Histórica; con los que no acaben con todos esos símbolos que el Régimen anterior dejó sembrados por España.

Yo ya soy muy mayor. No quiero que tengáis en la familia ningún símbolo franquista que os pueda causar problemas porqué hoy, además, la vida se soluciona a golpe de subvenciones “por buena conducta” y mi existencia podría perjudicaros.

Vosotros, queridos hijos, sois de esta época. Tenéis que seguir el ritmo que marcan los tiempos. Yo aquí ya sobro. Os quiero dejar el paso libre para que nadie tenga nada que tiraros a la cara. Yo sé como morirme, simplemente queriendo hacerlo.

No me importa. Yo he tenido mi vida, yo he vivido mi España. Y sólo una cosa os deseo a vosotros y a mis nietos: Que podáis ser tan felices como yo lo he sido, incluso en aquellas miserias.

¿Hasta el domingo….?

Os quiere:
Papá.

3 comentarios:

  1. Sardi, hay que reconocer los créditos de las obras. Esta carta no es tuya. Deberías decir de quien es porque es feo adjudicarse algo que no es tuyo.

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  2. No hace falta ser muy avispado para darse cuenta.

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  3. Efectivamente. Leí esta misma carta en El Comentario. Por eso pensé que no era suya.
    Le pido disculpas por el error cometido y le felicito por tan fantástico escrito. De la misma manera que le felicito por todos los post que aquí pone y cuya lectura me resulta más que agradable.
    Le pido también disculpas por haberle tuteado en mi anterior comentario.
    Un saludo y buenos días

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