miércoles, 17 de febrero de 2010

MARIANO RAJOY


Cuando Mariano Rajoy, como líder del Partido Popular en la anterior legislatura, ejerció una oposición fuerte, y hasta descarnada, contra el Partido Socialista que gobierna este país, los “progres” de la izquierda y de la derecha, se le echaron encima de forma cruel y desproporcionada. Unos ignoraban, en propio beneficio, que, simplemente, cumplía su misión ante los desatinos de un gobierno que negaba toda evidencia de lo que ahora estamos sufriendo, y otros, más infelizmente progres y desnortados, refugiados en una peculiar derecha sin futuro ni ideas, simplemente querían aparentar una falsa progresía en la que esconder sus envidias y su falta de calidad política, que no les permite proclamar con valentía cual es su camino y su ideal de España.

Ahora que Rajoy, con la responsabilidad de un político de talla, y ante la grave situación que vive el país, no sólo por la crisis económica, sino por cuestiones de credibilidad, de seriedad, de comportamiento político internacional e instalado por el actual gobierno dentro de un espectro de naciones rechazado por cualquier país moderno, quiere arrimar su hombro, el del PP, para tratar de colaborar a la recuperación del prestigio de España, también se le ataca y se le niegan sus aciertos. Pero estos ataques no vienen ya de la izquierda falsaria, que se calla como puta ante una ayuda que les puede solventar sus anteriores errores políticos. Estos ataques vienen de casa. De la casa del PP. De políticos fracasados que nunca han llegado, por inútiles, a tener una cierta responsabilidad dentro del partido, pero que están prestos a poner la zancadilla de rigor a quien ha tenido los suficientes atributos para sacar adelante un partido dividido y envenenado por gentuzas y salpicaduras traicioneras de baja estopa.

Mariano Rajoy, está haciendo lo que tiene que hacer y cumpliendo muy dignamente su papel de líder de un partido, hoy en la oposición, que, creo yo, ya le ha dicho al Gobierno de España todo lo que tenía que decirle. Y se lo ha dicho con elegancia, sin miedo y aportando argumentos y soluciones. Rajoy, ha señalado a la nación, con todo detalle, cuales son los males de España, quien los ha originado y quien no es capaz de ponerles remedio ni de admitir sugerencias al respecto. Más alto se podrá repetir, pero no más claro.

Contrario a lo que, maliciosamente, se propaga, Rajoy y el PP, han hecho muchas propuestas al Gobierno y les han señalado muchas posibles soluciones. Que no les hagan caso, es otra cosa, pero nadie puede decir eso tan traído y llevado de “es que el PP tampoco aporta soluciones ¿Cómo que no….? Vayan ustedes a internet y busquen en la web “congreso.es” (iniciativas) y luego juzguen por lo que ustedes han visto y no por lo que cuentan los charlatanes..

A mí me gustaría saber que es lo que pretenden estos inconformistas de tertulia radiofónica, de Rajoy y de su equipo que, yo así lo pienso, cada día que pasa se consolidan más y dan más muestra de coherencia y madurez política contra la sinrazón que quiere llevar adelante el partido en el Gobierno.

¿Qué quieren, que saquen las pistolas? ¿Qué más pretenden de este equipo más que su lucha del día a día contra un muro de incomprensión y carente de diálogo como es el Gobierno que dirige un hombre alejado de la triste realidad que sufrimos y con pocos principios, como es el Presidente Zapatero, y encima, contra la incomprensión de sus propios correligionarios?

En el PP, claro que fallan cosas. Falla, por ejemplo, el manejo eficaz de la propaganda. Falla el no saber presentar a la ciudadanía su labor diaria y eficaz, y falla el sentido común de muchos de sus propios militantes o simpatizantes. Falta lo que sobra en la izquierda: eficacia en esos manejos propagandísticos y cara dura sin límite para negar toda evidencia y tratar de cargarle el muerto a otro.

Tanto se ha machacado por estos últimos que no existe oposición, que muchos del PP lo han asumido como cierto, y no se dan cuenta que toda esa propaganda se desata, precisamente, cuando más eficaz es la oposición y más heridas causa en el cuerpo gubernamental.

Se debe confiar en Rajoy porque es un hombre capaz. Se merece el apoyo de todos los que compartimos sus ideales. Y se debe tener en cuenta que debe haber discrepancia entre las filas del partido, como tal fue el caso de María San Gil, que abandonó por fuertes desencuentros con el líder actual. No pasa nada. Puede ser lamentable pero hasta ahí.

Si los militantes y simpatizantes del PP, siguen con estas mismas proclamas y tragando todo el cebo que se les echa, algo podemos ganar, a pesar de todo, pues entonces el PSOE no tendrá la necesidad de enseñar con tanta frecuencia a Pepiño Blanco, ni a Fernández de la Vega. No hará ninguna falta. Esa labor siempre habrá alguien dentro del PP dispuesto a asumirla.

martes, 16 de febrero de 2010

HAITÍ, DONDE DOBLAN LAS CAMPANAS


Ya estamos a muchos días vista de la catástrofe de Haití. La situación, para la opinión internacional, se va suavizando. Las televisiones cada vez dedican menos espacios al horror, y la gente del país devastado empieza a comer y a beber, merced a la ayuda internacional. Mal, pero empieza a comer y a beber. Miles han muerto y otros, después de días y días de sepulcrados entre escombros, han sido rescatados con vida. Son gentes de “Premio Nobel” a la resistencia humana; gentes a las que su propio afán de supervivencia les ha hecho aguantar y seguir, sin nada, sin apenas aliento y sin voces amigas que desde el exterior les dijeran: “estamos aquí. Resiste, que es cuestión de horas sacarte de ahí abajo”. Nada de eso escuchaban las decenas y decenas de personas que fueron rescatadas de entre toneladas de escombros, después de dos semanas, o más, que llevaban sepultados. ¿Cómo han podido resistir?

Hoy, los que quedaron para contarlo, están en la superficie de esa tierra que se les movió y que acabó con lo poco que tenían. Deambulan por las calles de Puerto Príncipe, como muertos vivientes, buscando vendas o trapos no tan sucios para poder tapar sus heridas –las heridas del cuerpo, que las del alma no se tapan con vendas-. Buscan medicamentos. De esos medicamentos que en muchas de nuestras casas almacenamos sin saber para qué. Buscan una sombra o un cobertizo donde poder descansar de noches y noches sin dormir, o donde descargar unas lágrimas sin llamar mucho la atención. Estaban acostumbrados a vivir con poco, pero es que ahora, ese poco se ha convertido en la nada más nada.

Ya poco se escucha, o se lee, en los medios sobre Haití. Ha llegado la hora de que muchos se lucren en el gran negocio de la reconstrucción del país. Una oportunidad de oro que el horror de un terremoto les pone en bandeja.

También es llegada –o debería ser llegada- la hora de la reflexión. Pero en este mundo nuestro, y desde la comodidad de nuestras casas, se reflexiona poco y, una vez desaparecidas de nuestros televisores las dantescas escenas que días a tras nos mostraban, volvemos a la conformidad cobarde de nuestras vidas.

Mientras en Haití se carece de lo más elemental, en Llanes –por poner un ejemplo- se recogen firmas por los establecimientos comerciales para pedir al gobierno del Principado de Asturias que ponga de una vez en servicio un equipo de Rayos X que se encuentra empaquetado y abandonado en algún lugar ignorado desde hace años.

Aquí tenemos esos medios de los que Haití carece pero no los utilizamos. Se compran, pero no se utilizan. La soberbia y la abundancia nos hacen más pobres que a los haitianos. Porque la pobreza no sólo es carencia de cosas materiales; la pobreza de espíritu y la soberbia hacen mucho más pobres a las gentes.

El mundo, por triste paradoja, no está dividido entre listos y tontos; ni entre negros y blancos; ni entre hombres y mujeres; ni siquiera entre los de izquierdas y derechas. No, el mundo está dividido entre ricos y pobres. Y digo “triste paradoja”, porque el mundo es (o debería de ser) de todo ser humano que lo habita. Pero unos tienen el agua, otros el trigo y otros, los medios para obtenerlos. Al lado, hay quien no tiene ni lo uno ni lo otro y, además, a nadie le interesa enseñarles como se consigue.

Sé que esto daría para escribir tomos y tomos. Sé que, quien está familiarizado con la miseria –al igual que quien lo está con la opulencia- , no le apetece buscar otras cosas ni otros sistemas. Sé que hay pueblos en el mundo que se han resignado a vivir así y que, quizá, no les interesen otros sistemas. Sé que hay pueblos resignados y entregados. Y sé que hay otros pueblos, ni resignado ni entregados, que están ya dispuestos a chupar, como vampiros, las últimas gotas de sangre que le puedan quedar a un cadáver…