viernes, 31 de julio de 2009

EL DISCURSO DE LOS COBARDES

Yo, cuando se produce un asesinato por parte de esta pandilla de hijos de puta llamada ETA, me agarro un doble cabreo. Uno por el asesinato en sí y por todo lo que significa, por la vergüenza que siento, como español, de que ocurran estas cosas en mí país y que no haya fuerza que les ponga freno y por la repugnancia que me produce que unos cobardes de mierda impongan ciertas normas de convivencia a base de pistolas y tiro en la nunca.
Luego viene la segunda parte que ya es el colmo y que parece que viene a ensañarse con la indignación y el dolor. Esta segunda parte son las manifestaciones y las lamentaciones de políticos y otros representantes sociales.
La clase política, tan vulgar, que tenemos en este país, lleva muchos años diciendo lo mismo y haciendo lo contrario, y es nuestro deber aguantarla y respetarla. No son capaces de renovar el discurso vacío y obligado que creen que tienen que hacer ante hechos de esta naturaleza.
“El destino de todos los terroristas es la cárcel y la derrota”. “Cumplirán enteramente las penas que les sean impuestas”. "Nunca conseguirán doblegar el espíritu de libertad del pueblo”. “Son unos cobardes”…..Ya, ya….
Y todo esto acompañado de caras de circunstancias y pucheritos infantiles. No se cansan. Para ellos es una frase más de la letanía que deben recitar y lo seguirán haciendo -porque eso entra en el sueldo- veinte, treinta años más o los que sean necesarios, pero ETA, seguirá ahí y seguirá matando. Sin embargo, tras esto hay una triste realidad que deben asumir los políticos y colgársela en su “debe” particular: la falta de acciones legales para, al menos, debilitar a la banda asesina. ¿Cómo se concibe que en un estado que se dice de derecho se haya permitido hasta hace cuatro días en los ayuntamientos concejales y alcaldes de ANV, asociación política ilegalizada y afín a los terroristas, cobrando mucho dinero del Estado Español? ¿Cómo se tardó tanto en poner fin a este ultraje? ¿Por qué, aunque se diga lo contrario, se negoció de tú a tú con estos asesinos y existe la voluntad de volverlo a hacer cuando las circunstancias así lo aconsejen?¿Por qué el PNV, en vez de hacer el papel de plañidera cuando se produce un asesinato, no muestra un rechazo frontal a la banda y deja de bailarles el agua y hacerse depositario de muchos de sus postulados? ¿Por qué siempre sus políticas son de división y separación y nunca de unión?
Son muchas bajezas y muchas mentiras las que España y su ciudadanía tenemos que soportar de éstos que condenan y lloran y después hacen lo que venga bien a su política partidista. Ellos mismos lo dicen cuando les interesa: “El terrorismo se combate con la ley en la mano, con la firmeza y con la unión de las fuerzas políticas y de los ciudadanos”. Ya, pero ¿dónde está esa fortaleza y esa unión? ¿Dónde está la aplicación de la ley en todo su rigor? ¿Por qué los que tienen que dar ejemplo no lo hacen?
A veces llego a preguntarme si habrá algún interés en que ETA siga existiendo. Al menos, en algunos casos, hemos visto que esa supuesta fortaleza y esa unión que no existe, se trucaba en moneda de cambio para intentar efímeras victorias políticas. Eso es una bajeza sin nombre que ningún partido debe llevar en su filosofía política.
No está próxima la desaparición de ETA, que nadie se engañe. Siento transmitirles este pesimismo personal que me agobia. Para ello, España tendría que reinventarse de nuevo.
Para matar no es necesario tener una gran capacidad material y logística, basta con un monstruo y una pistola. Yo creo que ha llegado el momento de prescindir de la clase política. Estos no lo van a arreglar, está súper demostrado. No quieren hacerlo, o no les interesa. Esto lo puede arreglar una reacción popular que, de momento, no se vislumbra pero que es la única solución. No sería la primera vez en nuestra nación que, ante la impasibilidad política, fuera el pueblo el que tuviera que asumir las soluciones. Pero no me parece esta España de hoy, lo suficientemente España como para asumir este compromiso. Ya hubo, y hay, quien se ha encargado de cortarle los espolones.
Hoy, España no reacciona. España deriva arrastrada por la corriente. Sin rumbo. ¡Qué pena de España!

domingo, 26 de julio de 2009

MOHAMED VI, DIEZ AÑOS EN EL TRONO MARROQUÍ

"Viven bajo el mismo cielo, pero nadie tiene el mismo horizonte"




(Mohamed VI, Rey de Marruecos)

Hace ahora diez años que, tras la muerte de su padre Hasán II, subió al trono de Marruecos su hijo primogénito el príncipe Mohamed, actual rey del país bajo el nombre de Mohamed VI.

Las casi cuatro décadas del reinado de Hasán II fueron turbulentas y poco o nada fructíferas para Marruecos, no así para el monarca que acumuló una de las mayores fortunas del mundo mientras el pueblo sufría las más elementales carencias en todos los sentidos. Nunca me gustó aquel personaje que tuvo sumido a su país en una autocracia de corte medieval, donde la corrupción, la represión política y religiosa y la falta de libertades, eran monedas corrientes.

¿Ha cambiado algo Marruecos desde la subida al trono de Mohamed VI? Pues no mucho, la verdad. Es lógico que un mandatario tenga sus defensores y sus detractores, tal como lo estamos viendo en los análisis que estos días se hacen, pero la realidad es la única que puede venir a poner las cosas en su sitio. Sin embargo no se puede decir que no haya habido cambios. No los deseados, ni mucho menos, pero, aparentemente, el país goza de mayores libertades políticas y el Código de la Mujer distancia a Marruecos del resto del mundo árabe. Han sido, quizá, necesidades imperiosas a las que ha tenido que doblegarse el Rey alauita para poder obtener determinados beneficios políticos y económicos de la Unión Europea y otros estamentos internacionales.

Hoy por hoy, Marruecos es un referente de moderación dentro del convulso y amenazante mundo islámico y por ello está bien visto desde Occidente, aunque sus niveles de democracia y libertades dejen mucho que desear.

Mohamed VI es, sin duda, un hombre bien identificado con Occidente y manifiesta sus deseos de llevar a su país hacia la modernidad, la moderación y la tolerancia. Sólo hay un problema, que para ello debería él mismo desprenderse de algunas connotaciones que no cuadran en absoluto en el mundo occidental.

Como hoy señalaba el corresponsal en Marruecos de un diario de tirada nacional, Mohamed VI sigue viviendo aún “bajo la chilaba de su padre”. Se puede creer que este Rey desee de verdad modernizar la sociedad pero no logra deshacerse de esa sombra, en lo que se refiere a la ostentación del poder absoluto.

Desde la independencia del país en 1956, el Rey es el propietario efectivo de los terrenos mineros y agrícolas más rentables, además de monopolizar el sector turístico. El Rey de Marruecos es hoy una de las diez primeras fortunas del mundo. Gran parte de los valores que cotizan en la bolsa de Marraquech, son de empresas o sociedades pertenecientes a la familia real. El artículo 168 del código penal marroquí, desaconseja cualquier investigación sobre la fortuna del Rey o sus allegados. En Marruecos no hay petróleo –de momento- ni gas ni diamantes, pero hay droga. La corrupción que persiste y el aumento del subdesarrollo son otras de las características del reino alauita junto con casi un 60% de analfabetismo y un 40% de paro. El gobierno marroquí no controla determinadas carteras ministeriales como Interior, Justicia o Asuntos Exteriores ni, por supuesto, Defensa. Esas las controla el Rey porque él es el que debe inspirar las grandes líneas maestras de la política nacional, y de la religión como Comendador de los Creyentes.

Los problemas internos del país son muchos y muy graves y para desviar la atención de todos estos ciscos, Mohamed VI forma ciscos mayores en el exterior del país, de los que somos víctimas, en muchos casos, los propios españoles (Perejil), a fin de despertar entre sus súbditos un patrioterismo trasnochado que produzca los efectos buscados. La sombra de su padre (recuérdese la “Marcha Verde”) sobrevuela aún su coronada cabeza.

El pueblo marroquí, paupérrimo, que contrasta con la opulencia de sus monarcas, escapa como puede de su país. Conoce bien el riesgo de no llegar nunca a las costas europeas, pero sucumbe a las mafias y a los engaños. Los que no se arriesgan, resisten como pueden.

Este es el balance real de la real gestión. Por todo esto, algunos militares que aún conservan cierta integridad moral y un cierto sentido del honor, se sublevan periódicamente, aún sin ninguna oportunidad de éxito. Líderes sindicales y algunos intelectuales, alzan de vez en cuando su voz, aún a pesar de la fuerte represión que persiste.

Sin embargo, Occidente está tranquilo con la situación. Son problemas internos que no amenazan y que llevan el –supuesto- camino de ser superados. En Occidente es preferible esta situación a una posible deriva hacia una república islámica radical y peligrosa. Ahí está el apoyo que siempre va a tener Mohamed VI, y, a la vez, la cortapisa que le va a impedir a Marruecos una modernización deseada y necesaria.

Yo nunca he vestido una chilaba, pero debe costar, una vez acostumbrado a ella, quitársela de encima.

viernes, 24 de julio de 2009

¿QUÉ LE PASA A ASTURIAS...?

"Cuando los que mandan pierde la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto". (Georg C. Lichtemberg)


Estamos asistiendo, desde hace tiempo, en Asturias, a verdaderos despropósitos políticos y sociales. Van, desde los desatinos del impresentable gobierno autonómico, hasta las manifestaciones vertidas por el actual delegado del Gobierno y ex presidente (por rebote) del Principado, Sr. Trevín, sobre el posible regreso a la política activa de Álvarez Cascos.

Sin embargo nadie debería extrañarse pues todo ello forma parte de la normalidad de Asturias, al menos en los últimos veinte o treinta años. ¿Cuántos años de meadas y de bofetadas en el rostro le hacen falta a un pueblo para que reaccione? Pues no lo sé. Antes no muchos, pero ahora parecen necesarios muchísimos. La ciudadanía se apesebra. Se ha vuelto pasota, manipulable y resignada. Todo ello es fruto de un buen trabajo llevado a cabo por los gobiernos socialistas, autonómicos y centrales. No hablo de un trabajo de gobierno dirigido al bienestar del pueblo, sino a un trabajo de maleabilidad bien programado y con resultados estupendos.

Un gobierno como el que actualmente soportamos, necesita una sociedad así: Una sociedad callada, permisiva, a la que se pueda engañar y manipular al antojo sin que se haga notar en la calle. Sin capacidad de reacción. Inútil, en definitiva.

¡Asturias quiere AVE! Ya, pero, eso ¿quién lo dice? Los que estamos por Facebook y por algún otro foro, tenemos planteado un debate interesantísimo en este sentido pero ¿quien más? ¿Existe alguna defensa desde los medios que, de una forma más directa e importante, inciden y crean a diario opinión entre la ciudadanía? ¿Existe una postura clara y valiente entre la oposición política?

Nada de nada. No existe contestación en la calle. No existe ninguna inquietud política entre los colectivos influyentes. No hay ningún sentido de la realidad que se vive. La sociedad está ciega. Asturias se rezaga a los últimos puestos entre las regiones españolas. Se quedará sin AVE, pero se convertirá en el basurero nacional.
Trevín nos promete un AVE de "champions" pero ¿quien puede ya creerle a estas alturas? ¿Quien puede fiarse del presidente Areces y su Gobierno? ¡Son muchos años de timos y de inoperancia!

Pero aquí nos callamos como se calla el gobierno autonómico ante el central. Aquí besamos zapatos y sorbemos babas. Hemos aprendido la sumisión. La sumisión que nos está llevando a la ruina y a ser los “tontolabas” del roscón de Reyes.

Todo esto, el Gobierno lo sabe, es consciente de ello y es lo que le permite seguir cometiendo despropósitos y despreocuparse de Asturias, a la vez que fortalece sus posturas particulares y personales a costa de todos.

Por ello, aún no considerando baldíos los debates y la lucha de determinados círculos muy concretos y escasos, sobre el desarrollo de nuestra región, sí soy pesimista ante los resultados.
Esto no puede ser labor de cuatro. Esto tiene que ser labor de Asturias unida. Pero, claro, para ello no hay fijarse en colores políticos. Para ello sólo hay que mirar para Asturias, plantarle cara a quien haya que plantársela y leer un poco más a Jovellanos.

Hoy por hoy, Asturias es menos Asturias. A Asturias se la miente y no reacciona. Se la menosprecia en el contexto nacional y se calla vergonzosamente. Se le limita, o se le para, su desarrollo y se resigna. Definitivamente, somos menos Asturias.

jueves, 23 de julio de 2009

GERARDO DIEGO. NI "DON", NI "DE"...


(No sé cómo deciros que este libro brotando, creciendo,/que este libro no es mío, que este libro no se ha hecho queriendo...)


(Gerardo Diego)

Cuentan de Gerardo Diego que era un señor muy soso, poco hablador. En el café Gijón solía sentarse solo frente al amplio ventanal, evitando el diván presidencial, y miraba ensimismado la luz de la tarde que decoraba las fachadas de la Biblioteca Nacional. Alberti (el poeta-pintor) hablaba mal de Gerardo (el poeta-músico), le parecía un señor raro, hermético, antipático, con cara de pobre.

¿Que no hubiese pensado Ortega de Alberti cuando se le presentó en la residencia de estudiantes de Madrid, con pistola al cinto, ‘solicitándole’ que firmase aquel famoso manifiesto de los intelectuales, a favor de la II República? Pues, seguro, que de simpático no tenía nada.
No era cierto que Gerardo Diego no hablase y no participase en tertulias si se le requería. De hecho, presidía una tertulia de poetas asistido por José García Nieto, su predilecto. Lo que ocurría, como él decía, era que la gente no escuchaba. Hay mucha gente que no domina el arte de la conversación. Hay gentes que sólo se escuchan a sí mismas y no les interesa para nada lo que los demás puedan decir. Eso es algo que te lleva a la soledad, o a un círculo muy reducido, que es lo que le pasaba a Gerardo Diego.

Se sentaba en silencio y, algunas veces, alguien le traía un libro para que se lo dedicase.


-¿Don Gerardo de Diego?
-No. Yo soy Gerardo Diego. Ni don ni de.
-Perdón, Soy Severo Ochoa.
Gerardo pegó un salto en la silla. Tenía ante sí al ya Nobel científico asturiano. Se fueron aparte y le firmó el libro mientras charlaban un rato.
-Es para Carmen, mi mujer, que sí lee versos.

Fueron muchas tardes de paseos por Recoletos y de muchos cafés en el Gijón, solo y en silencio. Caminaba con pasos cortos, de banderillero. Puede que sí fuera soso o, más bien, rebuscado como sus versos. Era un dandy. Quizá hasta exagerado en sus formas. Era, como apunta Umbral, un ‘manual de espumas’. Un santanderino con toques de ‘jándalo’. Entre el norte y el sur. Su figura, la de un hidalgo montañés perediano.

A su viejo piano de cola, le arrancaba versos musicales que luego convertía en literatura hermosa. Su obra poética, escrita a lo largo de casi sesenta años, es muy extensa. Pero nunca faltó un lugar para cantar a su Santander, poemas que se recogen en su precioso libro "Mi Santander, mi cuna, mi palabra”:
……

Bosque de invierno, el pálido tembleque
De los nueve emplazados. Cada chico,
se renueva la tala y el más jeque,
el emboque meñique no hinca el pico.

Oh tú, Mallavía, el del sublime saque.
Zurdo de Bielva, oh mago del emboque.
Vuestra elegancia príncipe hunde en jaque
A Fidias y a Mirón. Nadie la toque.

(De su “Oda a los bolos”)

martes, 21 de julio de 2009

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ, UN ABRAZO AL ATLÁNTICO

(Unos milicianos con fusiles le obligaron en la calle a reír patéticamente porque buscaban a uno que se le parecía y le faltaba un diente. Se fue a América y ya no rgresó jamás a España.)



(Juan Ramón Jiménez)

Ya ves, Platero, cincuenta años, hoy, de mi definitiva ausencia. Dos largos años después que Zenobia a la que, bien sabes tú, siempre deseé preceder en este trance. Mi vida, ya no era vida sin ella y, así como de niño y de más mayor, era mi obsesión el temor a una muerte repentina, como le había sucedido a mi padre, mucho anhelé el momento de volver a estar a su lado.

Hoy descansamos los dos juntos en este pequeño y precioso campo santo de mi pueblo, Moguer, donde tanto me gustaba pasear en los primeros años de mi juventud. Era mi paseo favorito, y no por un romanticismo enfermo, sino, al contrario, por la contagiosa alegría que flotaba en su limpio recinto, lugar de grato descanso, lleno todo de árboles y abejas, pájaros y flores.

En Moguer nací a la vida, y en Moguer se abrieron mis ojos y mis sentidos a la poesía.

Y yo me iré, y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando.

Este pueblo, Platero, guardó mi infancia en una casa vieja de grandes salones y verdes patios. De esos dulces años recuerdo bien que jugaba muy poco y que era gran amigo de la soledad. Mi madre solía decir que, de niño chico, yo estaba siempre riéndome y que no comprendía cómo, luego, me volví tan serio.

Recuerdo que cuando niño
me parecía mi pueblo
una blanca maravilla,
un mundo mágico, inmenso….

Rondaban muchas cosas por mi cabeza, Platero. La poesía me hervía en la sangre. La poesía, la música, los colores, los campos, el mar…. Tenía la necesidad de arrojar de mi interior, cuanto pensaba de la belleza de las cosas que me rodeaban. Por ello, mis silencios eran largos y, la soledad, mi mejor compañera. Necesitaba dar forma a todo aquello. Necesitaba darle forma con palabras, con versos…

La vida me fue modelando, y el mundo me enseñó muchas cosas. Yo lo amaba todo, menos a la muerte que me aterrorizaba. También aprendí a amar, o más bien a desear, a la muerte. No por ella, que es macabra, sino por Zenobia. ¿Qué era yo sin ella, Platero? ¡Que triste es amarlo todo, sin saber lo que se ama! Yo bien sabía lo que amaba.

¡Que bello es Moguer, Platero! Hasta aquí me llegan los aromas de sus campos y su mar. También me llega el olor de tu cuerpo, Platero. Hoy vuelvo a ser niño y a cantar a todo.

¡Granados en cielo azul!
¡Calle de los marineros!
¡El hombre siempre en el mar,
y el corazón en el viento!

Si, Platero, sí, “el corazón en el viento…”. Esto sólo podemos escribirlo los poetas. Cae la tarde en Moguer. Escúchalo, Platero. Escucha ese silencio que suena a música, a viejo piano, a cuerdas de guitarras y violines acariciados por la suave brisa.

La tarde es un silencio hecho de valle y bruma.
Sobre las hojas secas camino paso a paso,
mientras tiembla el lucero y el paisaje se esfuma
extasiado en la lira de oro del ocaso.

Que descanses, Platero. Bajó ya la noche clara. Moguer duerme. El mar está calmado, no rompe, sólo acaricia la arena.

Juan Ramón y Zenobia también duermen. Son felices de nuevo, ya nada les falta, tienen su amor para toda la eternidad.

“En el sueño, la memoria nos hace cuerdos de la negrura, que parece natural que lo seamos, más natural, al menos, que locos de la luz”.

lunes, 20 de julio de 2009

VERANEAR

(Llanes desde el aire: Mar y Montaña)


Veranear, según el diccionario de la RAE, es pasar el verano en algún lugar distinto al que habitualmente se reside. Es decir, que los que lo pasamos en el mismo lugar o cerca de nuestras residencias habituales, no veraneamos. Pues no estoy de acuerdo. Para mí, la definición del diccionario, cuando menos, no es acertada.

Según mi amigo Alfonso Ussía, que veranea por aquí cerca, en la vecina Cantabria, huyendo de los agobios climatológicos madrileños de estos meses estivales, veranear es disfrutar del verano. Y disfrutar del verano no es, a su entender (ni al mío), turrarse al sol, soportar temperaturas incómodas, no poder dormir en las noches, luchar por un pequeño espacio para tumbarse en la playa y otros inconvenientes con que nos podemos encontrar en algunos puntos turísticos distintos, por supuesto, a nuestra residencia habitual.

Si eso es veranear debo confesar que yo nunca he veraneado, ni me apetece hacerlo. Y eso lo digo yo, hombre del norte, aburrido y acostumbrado a brumas y nublados y, quizá por eso, amante del sol y de la luz, pero en su medida.

Mi veraneo ideal, cuando yo estaba fuera, era regresar a mi pueblo y a sus alrededores y poder disfrutar de los amigos que sólo veía una vez al año. Veranear era gozar de una buena temperatura durante el día, nada agobiante, poder dormir sintiendo en la piel el frescor de la noche y en la cara la suave brisa que penetraba por las ventanas entreabiertas de la habitación. Veranear era volver a notar el perfume salino y singular de mi playa de toda la vida en el bravo Cantábrico, no tener nada que hacer por obligación y vivir sin prisa y sin agobios.

Nuestra tierra del oriente asturiano es envidiable para gozar de unas vacaciones en el sentido que comento. Aquí nos sobran opciones para poder disfrutar de unos días de auténtico veraneo, escogiendo entre el mar, la montaña o las villas, pueblos y aldeas de nuestro entorno cargadas de tradición, de historia y de leyendas.

No se puede venir aquí con la exclusiva intención de acaparar a diario un sol supuestamente garantizado. Aquí es todo lo contrario. Podemos garantizar otras cosas, pero no precisamente el sol. En eso puede radicar el encanto de un verano en estas tierras.

Hasta aquí se debe venir huyendo del calor, del asfalto que quema, de las prisas, de los móviles, de los fax, y de tantas cosas que día a día nos limitan la libertad y la vida misma, para encontrar la calma y el descanso que es lo que debemos buscar en un veraneo auténtico.

Hay que saber sacarle el placer al tiempo, cuando no te impone horarios, para leer lo que no tenemos tiempo de leer y para perdernos descubriendo nuevas sensaciones, olores, colores y paisajes ignorados. Para respirar el aire de la costa, impregnado de aromas de algas, de sal y de pureza. Para integrarte en las fiestas y en las tradiciones de los pueblos que son como ritos antiquísimos de amor y de pasiones y escuchar, a lo lejos –que es cuando mejor suena- un lamento de gaita que nos trae remembranzas de leyendas de los pueblos celtas que habitaron estas costas y montañas y que en ellas dejaron su huella y esculpieron su cultura.

Si vivimos un amanecer por las orillas de cualquiera de los ríos que salpican nuestra verde geografía, ignorando las horas, porque en este tiempo no deben contar, podremos sentirnos trasladados a un mundo mitológico, compartido con las xanas y los trasgos y podremos hasta escuchar sus suspiros y conjuros y hasta soñar irrealidades hermosas.

Sólo tenemos que liberar nuestra mente. Soltar amarras. Allí, entre las neblinas del amanecer, que se elevan desde el fondo hasta las crestas de los riscos, entre la música que componen las aguas en movimiento acompasado, hallaremos ese otro mundo ausente el resto del año. Ese mundo tan necesario e inalcanzable en una vida tan trepidante y convulsa.

Eso es lo que aquí se puede encontrar. Y todo eso, es lo que puede devolverte a la vorágine de la vida que te espera con nuevas energías para seguir soportándola.

Otros veraneos, en otros lugares, también tendrán sus alicientes, no lo dudo, pero no tengo mayor interés en conocerlos. Yo me quedo con esta tierra, que es la mía, que sigue oliendo a mar y a cordillera, a niebla matinal y a hierba seca. Donde se puede gozar de muchas cosas y soñar. Donde se puede escuchar, cuando las mentes están predispuestas, el suspiro seductor de las xanas entre la música cantarina de las aguas de los ríos y de las fuentes. Yo no deseo más.

domingo, 19 de julio de 2009

RUBÉN DARÍO: LA MÚSICA EN LA POESÍA.

(Éstas son unas semblanzas literarias, breves, que iré publicando periódicamente. Ya lo hice en elgún otro medio y quizá alguno de ustedes ya las haya leído. No pretendo ser repetitivo, sólo quiero conservarlas en mi blog, porque no sé por donde tengo las cosas que he venido escribiendo para mi entretenimiento.)

-Rubén Darío-




En la Puerta del Sol está, o estaba, el Hotel París donde vivió el poeta de la música. En la Puerta del Sol, entonces, había vendedores de perros que ladraban a las estrellas y al borracho ilustre.

Desde su cama del hotel, Rubén también los oía. No hacía mucho que había llegado de la cervecería de la calle Hileras. Allí se había quedado solo con sus pies morenos y desnudos abandonados en los charcos de cerveza.

Antes ya se habían llevado a Mariano de Cavia, macizo de alcohol. Luego, Rubén, pide más cerveza y, al final, se pone en pie y sale a la calle. No es borracho el que lleva con dignidad su borrachera.

Por debajo del uniforme de embajador le salen los pies descalzos. Pero Rubén Darío es más que todo eso. Rubén es la música; trae el son barroco de la manigua americana. Antes de Rubén, nuestra lírica se iba haciendo conceptual y panteónica porque la música se ausentaba periódicamente de nuestra poesía. Él la trajo y fue una de las grandes aportaciones al género. En sus fuentes bebieron otros grandes poetas contemporáneos y posteriores. Antes de él, las breves rimas de Becquer.

Pero los grandes intelectuales, Menéndez Pelayo y Unamuno, no entendieron a Bécquer, como tampoco entendieron a Rubén Darío. Los grandes sabios nunca entienden a los poetas. Rubén era el aureolado, el primero. Alejandro Sawa dice con brutalidad, dentro de la ceguera del fracaso y de la noche...: "Muerto ese negro, el cetro de la poesía hispánica pasará a mis manos".

Como todos los triunfadores tuvo sus enemigos. "Es un poeta con mucha "pluma", decía de él Baroja, refiriéndose a sus orígenes indios. Baroja había tenido una panadería y Rubén aprovechaba la circunstancia: ¡Ah!, ¿Baroja?, sí, es un escritor con mucha "miga".

-No le llaméis negro a Rubén...

-No soy yo, es Valle Inclán, y no veo qué de malo hay en ello.

Sin embargo Valle Inclán y Juan Ramón Jiménez, y también Machado, le captaron y siguieron el ritmo de su música.

Los perros ladraban en la Puerta del Sol. España ladraba al que trajo la música. ¡Áspera España...!

viernes, 17 de julio de 2009

CAFÉS LITERARIOS

La tertulia más gustosa para Valle Inclán era la del Ateneo madrileño. Era su tertulia de confianza donde, sin embargo, nunca llegó a desabrocharse los botines blancos, como hacía Castelar con los suyos. (Francisco Umbral)

(Don Ramón María del Valle Inclán)

Madrid, en aquellos años, era una ciudad deseada y meta de muchos escritores en lengua castellana. Madrid era "La Meca" de muchas gentes que querían hacerse valer en un arte como la literatura. A Madrid se iba a sufrir penurias económicas pero, sin duda, también a disfrutar de un ambiente cultural y bohemio incomparable. Las tertulias literarias de Madrid no tenían parangón en aquellos finales del XIX y principios del XX.

Los cafés literarios de Madrid no estaban muy distantes unos de otros. De uno a otro se podía ir perfectamente a pie. Lo malo era recorrerlos todos pues había decenas de tertulias en distintos cafés. Hoy voy a hablar de uno: "El café de la Montaña", donde montaba guardia y trataba de imponer sus criterios en materia política (carlistón) y literaria, don Ramón María del Valle Inclán.

Allí se encontraba una buena (o mala) tarde el de las "barbas de chivo", como le calificó Rubén Darío, cuando llegó el periodista y escritor, Manuel Bueno. La conversación se acaloraba. Valle Inclán "ceceaba". Manuel Bueno, parece ser, manifestó una opinión contraria a los criterios de Valle Inclán: -No le "conciento a uztez ezte tipo de manifeztacionez", le replicó Valle a Manuel Bueno y, a la vez que le recriminaba, le amenazaba con su bastón.

Manuel Bueno sabía con quien "se gastaba los cuartos" y antes de que Valle pudiera haber bajado su mano amenazante, ya le había propinado un bastonazo en un brazo, el izquierdo. Aquél bastonazo produjo una simple herida en el brazo de Valle Inclán al clavársele en la carne el gemelo que abrochaba la bocamanga de su camisa.

Valle era muy dejado. Al principio la herida se infectó. Luego derivó en gangrena y fue necesario amputarle el brazo. Se cuenta que Valle se hizo rasurar la parte izquierda de su barba para poder observar la amputación. Bien, es posible, porque Valle era Valle, pero yo lo pongo en duda.

Una vez realizada la operación, Manuel Bueno quiso visitar al escritor y reconciliarse con él. No hubo ningún problema. Manuel Bueno llegó al hospital y dio un fuerte abrazo a Valle, con lágrimas en los ojos. ¿Como estás, Ramón?, le preguntó. Bien, le contestó Valle, pero ¡como duele este brazo! No Ramón, ese ya no duele le dijo Bueno, eso son cosas tuyas. A mí me duele más el corazón...

El café de la Montaña ya no volvió a ser el mismo, aunque Valle Inclán (ya manco) volvió algunas otras veces por allí. Manuel Bueno, también, pero algo había cambiado ya.

miércoles, 15 de julio de 2009

RAYAN, UNA MUERTE LAMENTABLE Y MEDIÁTICA

Doloroso y lamentable lo del bebé Rayan. Eso, yo creo que nadie lo pone en duda. Ha sido un error garrafal por parte de una enfermera, un ser humano, que los seres humanos somos los que cometemos errores. La enfermera en cuestión no creo que sea ninguna asesina, ni que le importe un bledo lo que ha ocurrido. Es más, puedo comprender el sufrimiento del padre de Rayan, para el que son todas las razones y todas las opiniones, pero también me estoy imaginando el sufrimiento de esta enfermera joven, de veintidós años que, casi al comienzo de su vida profesional, la ve truncada por un error que le va a costar mucho superar, salvo que sea una persona inhumana, cosa de la que no tengo ninguna constancia.

Sin embargo, la fuerza de los medios la está “linchando” de por vida. ¿Qué pasa, que esto sólo ocurre en España? ¿Cómo somos tan idiotas?

Estoy seguro que todos los días, en el mundo, ocurren cosas como la del infortunado Rayan. Estoy seguro que, salvo aisladísimos casos, ninguno es intencionado. Claro, pero ¿y si hubiese sido mi hijo…? Pues, si hubiese sido mi hijo no sé lo que tendría en la cabeza en estos momentos. Por eso comprendo al padre que, pocos días antes, perdía también a su esposa.

Pero hay cosas que no son admisibles o, por lo menos, no deberían tener repercusión en los medios de información españoles. Hoy, el papá en cuestión se deja decir en un periódico nacional: “¿Por qué nos tratan así? Los marroquíes pedimos respeto…” También manifiesta que trataron de ocultarle los hechos y, en una palabra, “timarle…” La cosa no es de extrañar porque es lo que hubiera ocurrido, probablemente, en su Marruecos natal.

En este país, señor mío, a los marroquíes se les respeta tanto o más que a los españoles. Donde no se les respeta es en el suyo. No les respeta ni su Rey y por eso se tienen que aventurar a alcanzar las costas españolas en pateras que son auténticos ataúdes acuáticos.

Este señor no debería poner en cuestión los servicios y la generosidad que España pone a disposición de cientos, o miles, de compatriotas suyos que acceden a nuestro territorio ilegalmente. Aunque pueda haber errores lamentables, aquí se les atiende, se les quita el hambre, se les dan unas condiciones de vida que muchos españoles no tienen y se les respeta mucho más que lo que se les respeta en su propio país.

El Rey de Marruecos, Mohamed VI, ha fletado un avión para repatriar el cadáver del niño Rayan, pero estén seguros de que no lo va a pagar él. Y yo me pregunto: ¿Sabe Mohamed VI cuantos marroquíes mueren por el mundo todos los días, de hambre y de miseria? ¿Sabe Mohamed VI, que mueren fuera de su patria, en esas condiciones, debido, en gran parte, al sistema feudal y medieval que tiene impuesto en su país? Sí, claro que lo sabe, pero a todos esos no merece la pena fletarles aviones para que descansen en su tierra. De eso no se enteraría nadie y nada podría aportar a la figura paternalista del monarca sudoroso. Esas no son muertes “mediáticas”.

Para él, para su padre y para otros muchos, Rayan, dentro de la desgracia, ha tenido la suerte de morir en España, víctima del error profesional de una enfermera, de la que no sabemos en qué condiciones trabajaba.

Gracias a eso, en el mundo se sabe que en España se cometen errores médicos y que existe la suficiente humanidad para reconocerlos.

Ahí tienen “tajada”. Ahí tienen, probablemente, un “Potosí” de por vida, cosa que en Marruecos ni se les hubiese ocurrido mencionar. Pero en España, a parte de reconocer y lamentar lo que ha ocurrido, seguimos echando leña al fuego.

Luego nos dan hostias por todos lados. ¡Pues claro, hombre! ¿Cómo no nos las van a dar, si encima nos gusta….?

martes, 14 de julio de 2009

LA CHAPUZA DE LA FINANCIACIÓN AUTONÓMICA

"Las ganancias mal logradas reportan pérdidas" (Eurípides)



La forma en que se está llevando a cabo el reparto del dinero para la financiación de las comunidades autónomas está levantando la esperada polvareda, inevitable ante los criterios aplicados por el gobierno Zapatero para la distribución de los recursos que vendrán a financiar las inversiones autonómicas.

Zapatero está haciendo a la perfección el papel de sátrapa que, en definitiva, a parte de un auténtico jeta (calificativo que ya le he aplicado en diferentes ocasiones) es lo que es. Un sátrapa disfrazado de demócrata que sólo atiende los deseos y los caprichos de quienes le siguen y le votan, dejando, vergonzosamente, de lado a la otra media España que tiene en estos momentos la desgracia de no compartir sus desvariados criterios políticos.

A Zapatero España en su conjunto, como entidad nacional, le importa un pito. Nunca le ha importado y no se ha escondido nunca para dar buena muestra de ello. Por eso, en este importante aspecto de la financiación autonómica, sigue los mismos criterios y la misma filosofía que ha venido empleando a lo largo de sus gobiernos: salvar los papeles entregando dineros y prebendas a los suyos, a los que le van a permitir seguir en la poltrona a él y a su partido que, en definitiva, es lo que, exclusivamente, le interesa.

Nunca estuvo entre sus objetivos mejorar, en lo posible, la gestión de anteriores gobiernos, ni socialistas ni populares. Esa no es su guerra. Por eso pone el ejemplo de que también Aznar pactó la financiación de Cataluña con CiU en el año 1996, porque eran el apoyo necesario para un gobierno en minoría.

Él toma nota y sigue los mismos parámetros. No le importa si fueron correctos o no lo fueron. No quiere mejorar la gestión, no le interesa. No le interesa y, además, no tiene reparo en reconocerlo.

Que al gobierno socialista le faltan apoyos en las cámaras para gobernar a su antojo, es notorio. Pero eso se soluciona con dinero. Con dinero de todos los españoles. Los votos, como los futbolistas, están en el mercado a la espera de los cheques sustanciosos. Son caros ambos, pero para esto siempre aparece el dinero.

Por eso Zapatero, no tiene empacho en admitir que el acuerdo con Cataluña le dará estabilidad parlamentaria. Una estabilidad que es lo único que le importa, y una estabilidad que se paga a precio de oro, a costa de las comunidades no afines, o de las inoperantes y de gobiernos despreciables, como es el caso de Asturias, que aún no sabe ni lo que le van a ofertar. Cuando lo único que se persigue, desde un gobierno, son intereses personales o de partido, ocurren estas cosas.

Tampoco importa que, una vez de haberla tragado doblada, te hagan la trompetilla los que te han sacado la pasta a cambio de los votos y que, como Puigcercós, líder de ERC, se esté jactando, descaradamente, de haberle plantado cara al Estado y haber ganado. Eso, para un gobierno sin decencia, no es importante. Lo importante es, como decía antes, contar con holgura parlamentaria para seguir cometiendo tropelías y abusos incalificables.

Cuando un Estado, representando por el gobierno que sea, cede de forma tan vergonzosa, poco más se puede esperar de él. Y mucho menos del gobierno que lo permite. Porque yo, y usted y ustedes, somos el Estado, formamos parte del Estado español, y no nos merecemos vaciladas ni faltas al respeto de nadie. El Gobierno de España, nunca debió permitir llegar a este extremo, porque es indecente, insolidario y peligroso.

Como bien decía ayer Juan Vega en “Elcomentario.tv” (ECTV), es posible que con la actuación del Gobierno, en esta materia, se esté hasta transgrediendo la Constitución, porque se está tratando al Estado de las Comunidades como a un Estado Federal y eso es claramente anticonstitucional. Pero ¿es la primera vez que el propio Gobierno se pasa la Constitución por el forro? No, ni mucho menos. Se la pasa casi a diario.

Al final ¿qué tenemos?: Pues un Gobierno que se deja chantajear, un Estado al que se le vacila y se le pitorrea y una Constitución que no se cumple. Todo esto, a parte de un pueblo al que se pisotea, se menosprecia y que no cuenta para nada.
¡No me digan ustedes que no es triste y vergonzoso!