domingo, 19 de julio de 2009

RUBÉN DARÍO: LA MÚSICA EN LA POESÍA.

(Éstas son unas semblanzas literarias, breves, que iré publicando periódicamente. Ya lo hice en elgún otro medio y quizá alguno de ustedes ya las haya leído. No pretendo ser repetitivo, sólo quiero conservarlas en mi blog, porque no sé por donde tengo las cosas que he venido escribiendo para mi entretenimiento.)

-Rubén Darío-




En la Puerta del Sol está, o estaba, el Hotel París donde vivió el poeta de la música. En la Puerta del Sol, entonces, había vendedores de perros que ladraban a las estrellas y al borracho ilustre.

Desde su cama del hotel, Rubén también los oía. No hacía mucho que había llegado de la cervecería de la calle Hileras. Allí se había quedado solo con sus pies morenos y desnudos abandonados en los charcos de cerveza.

Antes ya se habían llevado a Mariano de Cavia, macizo de alcohol. Luego, Rubén, pide más cerveza y, al final, se pone en pie y sale a la calle. No es borracho el que lleva con dignidad su borrachera.

Por debajo del uniforme de embajador le salen los pies descalzos. Pero Rubén Darío es más que todo eso. Rubén es la música; trae el son barroco de la manigua americana. Antes de Rubén, nuestra lírica se iba haciendo conceptual y panteónica porque la música se ausentaba periódicamente de nuestra poesía. Él la trajo y fue una de las grandes aportaciones al género. En sus fuentes bebieron otros grandes poetas contemporáneos y posteriores. Antes de él, las breves rimas de Becquer.

Pero los grandes intelectuales, Menéndez Pelayo y Unamuno, no entendieron a Bécquer, como tampoco entendieron a Rubén Darío. Los grandes sabios nunca entienden a los poetas. Rubén era el aureolado, el primero. Alejandro Sawa dice con brutalidad, dentro de la ceguera del fracaso y de la noche...: "Muerto ese negro, el cetro de la poesía hispánica pasará a mis manos".

Como todos los triunfadores tuvo sus enemigos. "Es un poeta con mucha "pluma", decía de él Baroja, refiriéndose a sus orígenes indios. Baroja había tenido una panadería y Rubén aprovechaba la circunstancia: ¡Ah!, ¿Baroja?, sí, es un escritor con mucha "miga".

-No le llaméis negro a Rubén...

-No soy yo, es Valle Inclán, y no veo qué de malo hay en ello.

Sin embargo Valle Inclán y Juan Ramón Jiménez, y también Machado, le captaron y siguieron el ritmo de su música.

Los perros ladraban en la Puerta del Sol. España ladraba al que trajo la música. ¡Áspera España...!

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