La tertulia más gustosa para Valle Inclán era la del Ateneo madrileño. Era su tertulia de confianza donde, sin embargo, nunca llegó a desabrocharse los botines blancos, como hacía Castelar con los suyos. (Francisco Umbral)
(Don Ramón María del Valle Inclán)
Madrid, en aquellos años, era una ciudad deseada y meta de muchos escritores en lengua castellana. Madrid era "La Meca" de muchas gentes que querían hacerse valer en un arte como la literatura. A Madrid se iba a sufrir penurias económicas pero, sin duda, también a disfrutar de un ambiente cultural y bohemio incomparable. Las tertulias literarias de Madrid no tenían parangón en aquellos finales del XIX y principios del XX.
Los cafés literarios de Madrid no estaban muy distantes unos de otros. De uno a otro se podía ir perfectamente a pie. Lo malo era recorrerlos todos pues había decenas de tertulias en distintos cafés. Hoy voy a hablar de uno: "El café de la Montaña", donde montaba guardia y trataba de imponer sus criterios en materia política (carlistón) y literaria, don Ramón María del Valle Inclán.
Allí se encontraba una buena (o mala) tarde el de las "barbas de chivo", como le calificó Rubén Darío, cuando llegó el periodista y escritor, Manuel Bueno. La conversación se acaloraba. Valle Inclán "ceceaba". Manuel Bueno, parece ser, manifestó una opinión contraria a los criterios de Valle Inclán: -No le "conciento a uztez ezte tipo de manifeztacionez", le replicó Valle a Manuel Bueno y, a la vez que le recriminaba, le amenazaba con su bastón.
Manuel Bueno sabía con quien "se gastaba los cuartos" y antes de que Valle pudiera haber bajado su mano amenazante, ya le había propinado un bastonazo en un brazo, el izquierdo. Aquél bastonazo produjo una simple herida en el brazo de Valle Inclán al clavársele en la carne el gemelo que abrochaba la bocamanga de su camisa.
Valle era muy dejado. Al principio la herida se infectó. Luego derivó en gangrena y fue necesario amputarle el brazo. Se cuenta que Valle se hizo rasurar la parte izquierda de su barba para poder observar la amputación. Bien, es posible, porque Valle era Valle, pero yo lo pongo en duda.
Una vez realizada la operación, Manuel Bueno quiso visitar al escritor y reconciliarse con él. No hubo ningún problema. Manuel Bueno llegó al hospital y dio un fuerte abrazo a Valle, con lágrimas en los ojos. ¿Como estás, Ramón?, le preguntó. Bien, le contestó Valle, pero ¡como duele este brazo! No Ramón, ese ya no duele le dijo Bueno, eso son cosas tuyas. A mí me duele más el corazón...
El café de la Montaña ya no volvió a ser el mismo, aunque Valle Inclán (ya manco) volvió algunas otras veces por allí. Manuel Bueno, también, pero algo había cambiado ya.
Cuando escribías, en el comentario tv,Cafés Literarios,siempre los leía con mucho gusto y disfrutaba con las anécdotas de nuestros ilustres escritores.
ResponderEliminarMe gusta que vuelvas a tocar el tema y nos hagas pasar un ratito entretenido, con tu humor sarcástico.