Doloroso y lamentable lo del bebé Rayan. Eso, yo creo que nadie lo pone en duda. Ha sido un error garrafal por parte de una enfermera, un ser humano, que los seres humanos somos los que cometemos errores. La enfermera en cuestión no creo que sea ninguna asesina, ni que le importe un bledo lo que ha ocurrido. Es más, puedo comprender el sufrimiento del padre de Rayan, para el que son todas las razones y todas las opiniones, pero también me estoy imaginando el sufrimiento de esta enfermera joven, de veintidós años que, casi al comienzo de su vida profesional, la ve truncada por un error que le va a costar mucho superar, salvo que sea una persona inhumana, cosa de la que no tengo ninguna constancia.
Sin embargo, la fuerza de los medios la está “linchando” de por vida. ¿Qué pasa, que esto sólo ocurre en España? ¿Cómo somos tan idiotas?
Estoy seguro que todos los días, en el mundo, ocurren cosas como la del infortunado Rayan. Estoy seguro que, salvo aisladísimos casos, ninguno es intencionado. Claro, pero ¿y si hubiese sido mi hijo…? Pues, si hubiese sido mi hijo no sé lo que tendría en la cabeza en estos momentos. Por eso comprendo al padre que, pocos días antes, perdía también a su esposa.
Pero hay cosas que no son admisibles o, por lo menos, no deberían tener repercusión en los medios de información españoles. Hoy, el papá en cuestión se deja decir en un periódico nacional: “¿Por qué nos tratan así? Los marroquíes pedimos respeto…” También manifiesta que trataron de ocultarle los hechos y, en una palabra, “timarle…” La cosa no es de extrañar porque es lo que hubiera ocurrido, probablemente, en su Marruecos natal.
En este país, señor mío, a los marroquíes se les respeta tanto o más que a los españoles. Donde no se les respeta es en el suyo. No les respeta ni su Rey y por eso se tienen que aventurar a alcanzar las costas españolas en pateras que son auténticos ataúdes acuáticos.
Este señor no debería poner en cuestión los servicios y la generosidad que España pone a disposición de cientos, o miles, de compatriotas suyos que acceden a nuestro territorio ilegalmente. Aunque pueda haber errores lamentables, aquí se les atiende, se les quita el hambre, se les dan unas condiciones de vida que muchos españoles no tienen y se les respeta mucho más que lo que se les respeta en su propio país.
El Rey de Marruecos, Mohamed VI, ha fletado un avión para repatriar el cadáver del niño Rayan, pero estén seguros de que no lo va a pagar él. Y yo me pregunto: ¿Sabe Mohamed VI cuantos marroquíes mueren por el mundo todos los días, de hambre y de miseria? ¿Sabe Mohamed VI, que mueren fuera de su patria, en esas condiciones, debido, en gran parte, al sistema feudal y medieval que tiene impuesto en su país? Sí, claro que lo sabe, pero a todos esos no merece la pena fletarles aviones para que descansen en su tierra. De eso no se enteraría nadie y nada podría aportar a la figura paternalista del monarca sudoroso. Esas no son muertes “mediáticas”.
Para él, para su padre y para otros muchos, Rayan, dentro de la desgracia, ha tenido la suerte de morir en España, víctima del error profesional de una enfermera, de la que no sabemos en qué condiciones trabajaba.
Gracias a eso, en el mundo se sabe que en España se cometen errores médicos y que existe la suficiente humanidad para reconocerlos.
Ahí tienen “tajada”. Ahí tienen, probablemente, un “Potosí” de por vida, cosa que en Marruecos ni se les hubiese ocurrido mencionar. Pero en España, a parte de reconocer y lamentar lo que ha ocurrido, seguimos echando leña al fuego.
Luego nos dan hostias por todos lados. ¡Pues claro, hombre! ¿Cómo no nos las van a dar, si encima nos gusta….?
Sin embargo, la fuerza de los medios la está “linchando” de por vida. ¿Qué pasa, que esto sólo ocurre en España? ¿Cómo somos tan idiotas?
Estoy seguro que todos los días, en el mundo, ocurren cosas como la del infortunado Rayan. Estoy seguro que, salvo aisladísimos casos, ninguno es intencionado. Claro, pero ¿y si hubiese sido mi hijo…? Pues, si hubiese sido mi hijo no sé lo que tendría en la cabeza en estos momentos. Por eso comprendo al padre que, pocos días antes, perdía también a su esposa.
Pero hay cosas que no son admisibles o, por lo menos, no deberían tener repercusión en los medios de información españoles. Hoy, el papá en cuestión se deja decir en un periódico nacional: “¿Por qué nos tratan así? Los marroquíes pedimos respeto…” También manifiesta que trataron de ocultarle los hechos y, en una palabra, “timarle…” La cosa no es de extrañar porque es lo que hubiera ocurrido, probablemente, en su Marruecos natal.
En este país, señor mío, a los marroquíes se les respeta tanto o más que a los españoles. Donde no se les respeta es en el suyo. No les respeta ni su Rey y por eso se tienen que aventurar a alcanzar las costas españolas en pateras que son auténticos ataúdes acuáticos.
Este señor no debería poner en cuestión los servicios y la generosidad que España pone a disposición de cientos, o miles, de compatriotas suyos que acceden a nuestro territorio ilegalmente. Aunque pueda haber errores lamentables, aquí se les atiende, se les quita el hambre, se les dan unas condiciones de vida que muchos españoles no tienen y se les respeta mucho más que lo que se les respeta en su propio país.
El Rey de Marruecos, Mohamed VI, ha fletado un avión para repatriar el cadáver del niño Rayan, pero estén seguros de que no lo va a pagar él. Y yo me pregunto: ¿Sabe Mohamed VI cuantos marroquíes mueren por el mundo todos los días, de hambre y de miseria? ¿Sabe Mohamed VI, que mueren fuera de su patria, en esas condiciones, debido, en gran parte, al sistema feudal y medieval que tiene impuesto en su país? Sí, claro que lo sabe, pero a todos esos no merece la pena fletarles aviones para que descansen en su tierra. De eso no se enteraría nadie y nada podría aportar a la figura paternalista del monarca sudoroso. Esas no son muertes “mediáticas”.
Para él, para su padre y para otros muchos, Rayan, dentro de la desgracia, ha tenido la suerte de morir en España, víctima del error profesional de una enfermera, de la que no sabemos en qué condiciones trabajaba.
Gracias a eso, en el mundo se sabe que en España se cometen errores médicos y que existe la suficiente humanidad para reconocerlos.
Ahí tienen “tajada”. Ahí tienen, probablemente, un “Potosí” de por vida, cosa que en Marruecos ni se les hubiese ocurrido mencionar. Pero en España, a parte de reconocer y lamentar lo que ha ocurrido, seguimos echando leña al fuego.
Luego nos dan hostias por todos lados. ¡Pues claro, hombre! ¿Cómo no nos las van a dar, si encima nos gusta….?
Es lamentable todo lo ocurrido a esa familia,se puede uno imaginar el dolor de ese marido y padre,también se tiene que pensar en el dolor que tendrá la enfermera y como estará su ánimo,no me gustaría nada estar en su lugar.
ResponderEliminar¿Quien es culpable de estas dos muertes?.En primer lugar,hay que pensar en el rey Mohamed,que tiene a su PUEBLO, en unas condiciones de miseria y hambre impresionantes y
a continuación en el gerente del hospital,por no tener personal suficiente y cualificado,seguido de un gobierno que permite a la sanidad pública,no tener los medios imprescindibles para que pueda funcionar como nos merecemos los contribuyentes