Se cedió al chantaje y aquí no pasó más. Un par de días después ya nadie hablaba del incidente ni de quien, como ni cuando se había pagado el rescate. Una desafortunada actuación del gobierno español que, sin duda, vino a dar alas a los piratas somalíes para seguir insistiendo en sus rentables “negocios”.
Nadie, ni grupos políticos ni ningún otro tipo de colectivo (la prensa, por ejemplo) se preguntó por los detalles del desenlace y el caso del “Playa de Bakio” quedó “archivado” en las débiles memorias de los españoles.
El pasado jueves, otro atunero vasco, el “Playa de Anzora”, perteneciente a la misma empresa armadora que el Playa de Bakio, evitó ser secuestrado por piratas en aguas del océano Índico, a la altura de las costas de Somalia. Se encontraba a 325 millas de la costa cuando se le acercaron tres lanchas rápidas, pero, por fortuna, logró escapar en dirección a alta mar.
Piratas somalíes liberaron el mismo jueves a los tripulantes de un barco fletado por un armador alemán y de un petrolero japonés que había sido capturado el mes pasado.
Estos piratas, según noticias confirmadas, retienen varios barcos más con sus tripulaciones y los expertos estiman que numerosos ataques de este tipo no llegan ni a ser noticia.
Somalia, país pobre del Cuerno de África, arrasado por la guerra civil y carente de gobierno central desde 1991, se ha convertido estos últimos meses en el punto caliente de la piratería planetaria.
Si el secuestro del "Playa de Bakio" sirvió para evidenciar, hace ya seis meses, la inseguridad con la que los pescadores españoles realizan su trabajo en el Índico, el ataque perpetrado esta semana por varias lanchas piratas contra otro atunero español debería hacer sonrojarse a más de uno.
Especialmente a Moratinos, que se comprometió entonces a que España lideraría una fuerza multinacional en la zona que aún no se ha creado.
Si finalmente este lunes los ministros de la UE llegan al ansiado acuerdo, España podría dar la orden de que zarpara hacia Somalia un buque de la Armada. Sin embargo, es probable que en su camino hacia el Índico se cruce con los barcos a los que debería proteger, ya que la temporada de pesca termina en octubre.
Con actuaciones tan diligentes, el futuro “laboral” de los piratas está más que asegurado. La seguridad de los atuneros ya es otra cosa.
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