La Unión del Pueblo Navarro (UPN), fundada en los albores de la democracia por Jesús Aizpún, es un gemelo ideológico del PP y, en la práctica, su sucursal en la Comunidad Foral de Navarra desde hace algunos años en que ambas formaciones firmaron los pactos al respecto para caminar en la lucha política, juntos y hacia el mismo destino.
No conozco el contenido del protocolo de unión, pero me imagino que no recogerá entre sus postulados que cada uno haga su santa voluntad, máxime en temas de gran transcendencia como es la discusión de los Presupuestos Nacionales y precisamente ahora que la situación económica de España no es, ni mucho menos, la deseada.
Ayer trataba yo en el comentario que titulé “Esta España nuestra”, de la actitud irresponsable de los partidos nacionalistas y localistas (esto último podría ser UPN, ya que no propugna ningún tipo de nacionalismo a ultranza) a la hora de exigir cuota, tanto de los Presupuestos del Estado como de la Ley de Financiación Autonómica.
Estos partidos que, en la mayoría de los casos gobiernan en sus respectivas autonomías, dejan completamente de lado los intereses de España en su conjunto, para centrarse sólo y exclusivamente en sus particulares demandas. La insolidaridad manifiesta no deja lugar a dudas, y por eso España es cada vez menos España, y la unidad nacional se resquebraja ante la incompetencia y las presiones del Gobierno central que compra apoyos políticos a cambio de prebendas que tendrá que restar a otras comunidades.
Pues tal parece que UPN se quiere apuntar al carro de los de “todo por la pasta” y contrapone sus particulares interese a los pactos con el PP, apoyando la filosofía del Gobierno en lo que a la defensa de los Presupuestos se refiere.
Esta postura del presidente navarro, Miguel Sanz, que es a su vez el líder de UPN, le complica al PP su discurso nacional en el sentido presupuestario, pues le destruye la táctica de mantener las críticas al Gobierno por la actitud reivindicativa de los socialistas catalanes, mientras Sanz mantenga una posición similar.
No son de recibo estas posturas codiciosas e insolidarias. No lo es, ni mucho menos, que sea el propio Gobierno quien presione a determinados partidos a tomar actitudes que, si bien les pueden ampliar sustancialmente sus transferencias económicas, les hacen ir en contra de sus principios políticos, como es el caso clarísimo de UPN.
Un cortejo popular de primera fila visitó hoy en Pamplona al presidente Sanz, encabezado por Mariano Rajoy, pero nada obtuvieron en claro del mandatario navarro. ¿Qué dirá Jaime Ignacio del Burgo?
Así, ni se gobierna un país, ni se puede hacer oposición seria y responsable. Este mercadeo y este trilerismo y bandolerismo que en estos tiempos está llenando de mierda la política española, debe ser erradicado cual asquerosa peste. A España no se la puede regatear al más puro estilo marroquí.
Los recursos de España son de los españoles, de todos los españoles. No son de Zapatero ni de nadie y, por eso, no pueden ser moneda de cambio política que favorezca a unos y perjudique a otros por no ser leales al poder.
Mientras esto no se asuma, que nadie espere superaciones de crisis, ni ningún tipo de avance en el bienestar social. El dinero de España es para trapicheos políticos. Cada vez estamos más cerca del abismo y tal parece que queremos acortar el camino.
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