domingo, 7 de septiembre de 2008

EL HIPÓCRITA

El hombre de la sonrisa y el talante, que por desgracia para todos rige hoy los destinos de España, pierde los papeles y llama hipócritas y cínicos a los contrarios a la nueva ley del aborto y a los que no apoyan la iniciativa del juez Garzón sobre los muertos del franquismo.

Ya estamos acostumbrados a estas salidas de tono del Presidente socialista. No hace tanto llamaba antipatriotas y alarmistas de conveniencia a los que denunciaban públicamente que en España nos estábamos sumiendo en una fuerte crisis económica, sin ser reconocida por el Gobierno y sin estar tomándose ninguna medida al respecto.

Resultó que los antipatriotas y los catastrofistas tenían razón en lo que estaba sucediendo en el plano económico de nuestro país, y el Presidente de la sonrisa y el talante, se quedó en bolas. Nunca retiró sus descalificaciones, pero se vio obligado, muy a su pesar, a admitir la realidad, una realidad que por desidia de él mismo y de su Gobierno, va a ser atajada a destiempo y con muchas más dificultades y costes sociales de las que hubiesen sido necesarias en un principio.

El Presidente del “pensamiento Alicia” –que vive en otro soñado País de las Maravillas, forjado por él, naturalmente- no se conforma con esta alarmante crisis económica. Es, sin duda, un hombre al que le gustan los grandes retos y, como España no tiene cubiertos sus objetivos en materia abortista –uno de nuestros gravísimos problemas actuales- le ha dado a su Ministra/miembra de Igualdad, por empezar a trabajar en los temas que tiene sobre su mesa (por cierto, ¿ya le pondrían mesa?) por riguroso orden de prioridades.

Se escandaliza el Presidente, valedor incalculable de la novel e inútil Ministra, de que existan personas en España que no estén de acuerdo con la nueva ley que recoge la ampliación de los supuestos en que el aborto está permitido en España.

Se escandaliza porque su sensibilidad democrática no le da alcance a comprender que en España existan personas que no piensen como él y su joven miembra del gabinete. Ahí se refleja su tan cotizado y aplaudido talante.

Esos, entre los que me incluyo, que no ven acertada esta anunciada nueva ley, no lo hacen, según ZP, por convicciones religiosas, ni políticas, ni morales, lo hacen pura y llanamente “por joder” y por eso son, según su parecer, unos hipócritas y unos cínicos. Sólo le faltó emplear el calificativo evangélico de “sepulcros blanqueados”. Le hubiera quedado perfecto, dado su carácter mesiánico.

Las pocas leyes de los gobiernos zapateriles -quizá sea fruto de la casualidad- siempre han tenido la virtud de dividir a los españoles. Parecen hechas adrede para esta finalidad, si es que no lo están realmente, y por ello dan los resultados que dan: la confrontación y el conflicto y, consecuentemente, la división.

Zapatero ha mentido siempre de forma compulsiva y sigue mintiendo, sólo que ahora se ha vuelto también respondón y le da por descalificar e insultar. Ha animado a sus ministros, con su negativa actitud, a mentir y a descalificar y los está destruyendo políticamente. Pero ya son mayores como para caer gratis en las trilerías de un demagogo ambicioso y fuera de la realidad. Algo sacarán a cambio que les compense, digo yo.

La tan comentada iniciativa del juez Baltasar Garzón Real, sobre los muertos del franquismo, no se puede vender como un intento de reconciliación entre los españoles. Eso es otra mentira y otra trileria más. Los españoles no se reconcilian así. Los españoles se reconcilian cuando los que mandan emanan respeto y sentido común, no cuando desprecian a una parte ideológica de España e intentan, con sus medidas de supuesto gobierno, sembrar la división y el guerracivilismo entre los españoles.

Yo pienso, y así lo manifiesto, que estas medidas del juez Garzón, sobre los muertos del franquismo, son arbitrarias. Nada tengo en contra, sino a favor, de que todos puedan tener identificados y enterrados a sus muertos con la dignidad que se merecen, rojos o nacionales. Es un derecho sagrado que a nadie se le puede negar, pero pensemos que llevamos ya más de treinta años en democracia y nunca se dio muestra de este acelerado deseo de “saldar cuentas”, hasta ahora.

Que a nadie le extrañe que las leyes del aborto y de la Memoria Histórica, le hagan pensar a muchos que se trata de señuelos para desviar la atención hacia partes opuestas a los difíciles problemas nacionales que se viven en la actualidad.

En España es urgente poner orden en la economía, en el paro creciente, en la financiación autonómica, en el separatismo nacionalista, en el terrorismo y la seguridad ciudadana, en la inmigración y hasta en el propio Gobierno de la Nación.

El aborto, la Memoria Histórica y otras historias por el estilo, pueden esperar. Lo del párrafo anterior es de urgencia suprema o, al menos, lo sería para un gobierno serio y responsable. Salir ahora por peteneras, con la que está cayendo, no es de gobiernos ni serios ni responsables.

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