Miguel Sanz vio consumada hoy su deslealtad a unos principios y unos acuerdos compartidos con el PP, cuya gravedad tendrá negativas consecuencias a futuro no muy lejano para su formación, UPN y, consecuentemente, para la Comunidad Navarra.
En este mismo blog dediqué yo dos comentarios a este asunto que desde que empezó a embrionarse me pareció importante y de alta trascendencia política.
Miguel Sanz, actual presidente de la Comunidad Foral, y jefe de filas de la UPN, ha cambiado el cumplimiento de unos compromisos firmados con el PP y la lealtad a sus propios principios políticos, por seguir sentado en la poltrona presidencial apoyado por los socialistas navarros.
Hoy le ha dado, con un sólo voto de diferencia (uno de su partido), el visto bueno a los Presupuestos Generales del Estado, en la Cámara Baja. De sus dos diputados, que forman grupo con el PP, uno ha seguido la disciplina del pacto con el PP, el otro se abstuvo y ha permitido la aprobación de unos presupuesto en los que ni ellos creen. Pero eso no es lo importante.
Lo importante es que Miguel Sanz ha torpedeado un sistema que se forjó para demostrar que era posible la lealtad a una nación desde una autonomía que busca, sin menoscabo del interés nacional, sus propios intereses locales. Esto ha funcionado desde hace diecisiete años y podría haber seguido funcionando, pero cuando se confunden los conceptos o, simplemente, la razón desaparece, se rompe una de las filosofías políticas más importantes y más peculiares que la política española quiso hacer realidad.
Sanz, seguirá en la poltrona presidencial de forma indigna. Seguirá mientras los socialistas quieran. Mientras no moleste. Y no es razón suficiente la disyuntiva de “nosotros o los nacionalistas”. Los nacionalista llegarán al poder en Navarra más pronto que tarde. Llegarán de la mano de los socialistas o de la propia UPN, si les suelta migajas de poder.
El líder de la UPN, ya ha mostrado la nueva calleja por donde quiere transitar en el futuro. A este personaje ya poco le importa España y, consecuentemente, ningún objeto tiene su pacto con el PP, quien lo ha anulado de facto.
No sé si Jesús Aizpún, fundador de la UPN, se removerá en su tumba, viendo en que se ha convertido su obra política. Lo que ha ocurrido hoy en el Congreso de los Diputados, queda muy lejos de sus ideales políticos.
Yo, durante mis años vividos en Pamplona, coincidí con Jesús Aizpún en un par de comidas de grupo. Allí le oí hablar de política y de banca, pues él procedía de la banca, del Banco de Navarra. Jesús era un gran español y un navarro de pata negra. Daba gusto escucharle plantear sus tesis, sencillas, sin complicaciones y entendibles. Nunca hubiera dado el paso que hoy ha dado Sanz. Primero se hubiera ido a casa a seguir pensando como podía hacer más grande a Navarra, dentro de España.
Esa es la diferencia con Miguel Sanz: que no sabe estarse en casa porque la mamandurria la tienen en la calle, con quien sea y como sea. Y Navarra y España le importan un huevo. Él a lo suyo: a mamar de la cabra.
El día que España se deshaga de esta clase política, volverá a ser grande y respetada en el concierto internacional. Mientras, nos tocará hacer antesala.