¿Porqué China se empeña en ocultar al mundo lo que todo el mundo sabe? En China existe un déficit de libertades tan evidente que es inútil tratar de maquillarlo. Sin embargo este mega país no puede dejar pasar la oportunidad de mostrar a ese otro mundo libre y democrático, su perfecta maquinaria represiva y silenciadora que está dispuesta para aplicarse sobre cualquier visitante de ese otro mundo que no acate la rigidez de sus normas.
Es cierto que existe una Carta Olímpica que en su punto 3 de la norma 50 prohíbe a los deportistas hacer comentarios políticos, religiosos o propagandísticos. La política no es para los deportistas, y así se lo ha recordado el presidente del COE a los participantes españoles, por si las moscas.
No suelen ser los deportistas muy proclives al caciqueo político, eso más bien es propio de esa banda de genios, artistas e intelectuales, máximos exponentes de la progresía española que, hasta ahora no han levantado un sólo dedo para denunciar las brutales represiones que las autoridades chinas aplican sin medida sobre cualquier disidente a su sistema.
Los deportistas, por lo general, se dedican a hacer deporte, no política y por eso, de haberse celebrado estos juegos en cualquier país libre y democrático, este punto 3 de la norma 50 de la Carta Olímpica, hubiese pasado totalmente desapercibido y a nadie se le hubiera ocurrido darle la importancia que hay que darle en China, dadas las circunstancias.
Estas cosas trae la hipocresía de ese llamado mundo libre que aceptó la candidatura del país de los dragones para celebrar unos Juegos Olímpicos que representan todo lo contrario a lo que en ese país hay implantado. La libertad del deporte, pura y sin matices, se enfrenta a la tiranía. No va a hacer falta hablar de política ni efectuar manifestaciones en ningún sentido. El deporte, por sí mismo, sin palabras, dejará sobre las pistas ese halo de libertad que el pueblo chino añora y al que nadie que presencie los Juegos va a ser capaz de ignorar.
Es un contrasentido que cuesta trabajo asumir y explicar. Mientras los deportistas preparan sus pruebas en busca del ansiado triunfo, las autoridades chinas engrasan y refuerzan esa perfecta máquina de represión e intolerancia, dispuesta a actuar contra quienes osen alardear de libertad, el bien más preciado del ser humano.
China limita la libertad de acción de los medios de comunicación de todo el mundo, en un intento desesperado de ocultar lo que todo el mundo ya sabe, sin darse cuenta de que sus medidas represoras, son el mejor medio de dar a conocer al mundo su estalinista sistema.
China enseña orgullosa al mundo, lo bueno y moderno del país como un plató de cine de ensueño. Mientras, más de medio país tiene que ser ocultado convenientemente para que nadie vea las miserias que un sistema comunista genera y que nunca ha logrado llenar a ninguna nación de progreso, bienestar y felicidad.
Es inútil ese intento de ocultar lo que ya se sabe, pero China siempre ha tenido una conocida proclividad a lo arcano, a lo oculto y a lo misterioso.
Todo en la China es misterioso, siniestro y difícil de comprender. Tan difícil como que unos Juegos Olímpicos, el canto más puro y sonoro a las libertades, se puedan celebrar en un país que no las conoce ni las quiere implantadas en su territorio.
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También es cierto, que ahora cualquiera que quiera llamar la atención y salir en todas las tv del mundo, sólo tienen que pasearse con una pancarta en Pekín. Por 5 minutos de fama mundial la gente es capaz de hacer cualquier cosa
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