Aquel famoso debate preelectoral que mantuvieron los dos supuestos expertos en economía por el PSOE y el PP, se saldó, según la propaganda manipulada y partidista, con un claro triunfo a favor del, en aquel entonces, Ministro de Economía en funciones y Vicepresidente primero del Gobierno.
No fue un debate vistoso pues ambos contendientes te inclinan a la tristeza y a la desgana. No son, ninguno de los dos, brillantes oradores ni amenos contertulios y ambos caminan por el “reglamento” que es lo más aburrido del mundo.
Posiblemente, pocos españolitos se enteraron de lo que dijeron, pues la gente como ellos es dada a hablar en unos términos que la gente de media cultura o medio ignorante, llámenle como quieran, y que somos la mayoría, no logramos enterarnos de nada o casi de nada.
La ciudadanía de este país, que es la que yo más o menos conozco, lo que espera de un debate de estas características, es que le regalen el oído y no le metan en el cuerpo más preocupaciones que las que tiene. Decirle que las cosas se vislumbran negras, no vende. Sin embargo, contarles que esto va viento en popa, que no pasa nada, que el año que viene creceremos (aunque sea negativamente) y que tenemos una hucha que se sale por la ranura para hacer frente a cualquier eventualidad contraria, es dejar a la gente tranquila y asegurar su voto. En eso si estoy de acuerdo en que el debate lo ganó Solbes.
Solbes, al que no considero tonto pero sí caradura, tuvo que mentir y plegarse a las consignas del régimen. No se podía dejar a ZP con el culo al aire y correr el riego de perder las elecciones que ya había en cartel. A Solbes también le llevó la corriente y cayó en el fango de la mentira y el despropósito.
Hoy que la realidad se ha hecho patente en los bolsillos de los españoles, con un índice de paro que supera todas las previsiones, con una inflación ídem de ídem, con un crecimiento del PIB negativo y con unos horizontes económicos muy negros en todos los sentidos, se comienza a comprender que en aquel debate, el triunfador fue Pizarro que, aún sabiendo los riegos electorales que asumía, se dirigió a los españoles con la verdad exponiéndoles la cruda realidad que no quisimos ver ni admitir.
Ahora ya es tarde, el Tsunami ha llegado a nuestras costas y aún no se quieren ver los efectos devastadores. Aquí el cuento se trunca, por no avisar que viene el lobo, ha llegado por sorpresa y nos ha pillado en bolas.
Pero los del gobierno no quieren enterarse y lo más que han preparado para capear la grave situación son unos sencillos botes salvavidas. Niegan el huracán aceptando tan sólo una tormentilla de verano.
Las costumbres se hacen vicios y aquí, lo de mentir, se ha convertido en una forma peculiar de hacer política y ganar elecciones.
Ahora se le puede adjudicar la victoria a quien quieran. A Solbes o a Pizarro. El combate ya concluyó y las decisiones del árbitro son inapelables.
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