Moscas cojoneras las hay todo el año pero en verano, será porque hace un poco más de calor, se notan más, se sufren más. De hecho hay más pues llegan de fuera, dicen que a veranear y, en realidad, muchos de ellos lo que vienen es a darle una vara insoportable a los que nos pasamos aquí todo el año con nuestra vida monótona y tranquila.
Esta especie de insectos no corre ningún peligro de extinción, no necesita de ningún programa especial de recuperación, como el “quebrantahuesos”, por ejemplo. No es necesario, gozan de buena salud reproductiva.
Estos días de verano, con sol o sin sol, te hacen añorar las plácidas mañanas y las cortas tardes del invierno, cuando te sientas en tu café de costumbre a leer la prensa, o gozas de tu tertulia vespertina con tu grupo de amigos en el bar de costumbre, frente a unos apetecibles tintos o unas botellas de sidra. Además, en esta época, tienes bien controlada a este especie de la fauna rural, y no te cuesta mayores esfuerzos pegarles el esquinazo.
En verano es distinto. Es raro, muy raro, el día que te es permitido gozar de una escasa hora de tranquilidad para bucear entre las hojas de los periódicos diarios. No falta el que llega, se sienta en tu mesa sin ser invitado a ello, y te comienza a bombardear con sandeces y filosofías baratas. Se empieza por el clima y se acaba por la política, pasando por el Unquera-Llanes y la carretera de circunvalación.
De nada sirve que les digas que ya no eres concejal y que esto de la política lo tienes un tanto abandonado. Es igual, o peor, porque entonces sale a la palestra Rajoy y Ovidio, y la corte celestial.
Al final, hay una disculpa que no tiene apelación posible: Lo siento, les digo mientras pliego los periódicos, debo irme que tengo médico a las doce. Tampoco es una disculpa muy acertada pues lo lógico es que, dado el interés que demuestra el interfecto por tu salud, debas inventar sobre la marcha cual es la causa de que tengas que visitar al galeno.
Luego, tienes que tener cuidado de que no te vea tomar otro camino distinto al que te lleva al ambulatorio médico, y tratar de elegir una ruta que te garantice que no te vas a encontrar con otro andoba que te fastidie la tranquilidad de tomarte una cerveza sin tener que soportar absurdas teorías sobre el clima, la crisis y los partos de los montes. No es fácil capear el temporal porque cada vez son más los que acosan.
-¡Hola! ¿Qué tal estás?... ¿No te acuerdas de mí? Sí hombre, del año pasado que estuvimos una tarde de copas en el Casino. Por cierto lo que tenéis que hacer ahí es……..
-No sabes cuanto lo siento pero, perdóname que me cierran la farmacia. Ya tendremos ocasión de hablar más tranquilos.
Encima tienes que mentir.
Yo para entrar en algún bar, primero miro desde la calle para ver el personal pero, a veces, en ese ínterin te traban.
-¡Eh! ¿Dónde te metes? Tomate algo, hombre.
No siempre encuentras una disculpa y corres el peligro de caer en las garras de alguna de estas moscas veraniegas que, para más joder, suelen ser de los de mejor nota.
Por eso ¿a alguien le extraña que las personas normalinas, que vivimos en Llanes todo el año, estemos deseando que llegue el Otoño? Hombre, hay personas, que duda cabe, que siempre te alegras de ver y de charlar con ellas pero, por desgracia esta sí es una especie que, lamentablemente, se extingue para dar paso a esa otra especie que crece como las setas, a la menor gota de agua que les cae encima.
De estos andobas ¡líbranos, Señor!
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¡Cuánta razón tienes!. Yo también vivo en un pueblo de los llamados turísticos y aquí no hay quien pare en verano. Se te complica la vida un montón y tienes que estar serpenteando por la calle para no toparte con el paliza de turno.
ResponderEliminarNo lo hacen con mala intención pero molestan un huevo.
¡A esperar el otoño! qué remedio.
Un saludo y gracias por los buenos momentos que nos proporciona la lectura de tus comentarios.