martes, 18 de noviembre de 2008

TXEROKI DETENIDO, ¿Y QUÉ...?


ETA, es una banda de frustrados, hijos de puta, que no desaparecerá jamás mientras, como en la actualidad, lo tenga todo a su favor. Ayer era detenido uno de sus capos más sangrientos, “Txeroki”, que no tardará en tener sustituto en el macabro organigrama de la banda, y todo seguirá igual. Torres más altas han ido cayendo a lo largo de los años. Operaciones policiales sacudieron fuertemente el corazón de la banda, y ahí sigue, lo que tiene que llevarnos a pensar que, aunque necesarias, estas actuaciones no son suficientes.


Dice nuestro presidente, al que llaman ZP, que hoy ETA es más débil. Que ha recibido un golpe fuerte y determinante, aunque aún conserva su capacidad de matar y de destruir familias. Eso último es cierto. Es lo único cierto.


ETA, más débil o más fuerte, y detengan a quien detengan, seguirá existiendo y conservará su trágica capacidad de matar. ETA, le es necesaria a otras bandas llamadas PNV, EA, y yo qué sé cuantas otras siglas más, disfrazadas de partidos políticos democráticos.


Les hace falta porque todo ese universo abertzale que dirige e inspira la banda terrorista, genera más de trescientos mil votos que no tienen escrúpulos en captar y canalizar hacia sus posiciones, que no son tan diferentes a los objetivos de los asesinos.


Por eso ETA va a seguir existiendo, con Txeroki y sin él. Y será así hasta que todas estas otras bandas le digan a ETA y a su entorno, que no quieren su voto sangriento y cobarde. Que se lo metan por el culo y que les aproveche. Pero, claro, esto es, hoy por hoy, una utopía.


Si algún día esto llegase a producirse, y de los gobiernos desapareciera la tentación, siempre golosa, de negociar políticamente con los asesinos, entonces es probable que ETA comenzase a debilitarse y a convencerse de que su guerra está perdida.


Pero hoy, los partidos nacionalistas disfrazados de democráticos porque lo exige el sistema, tienen buenas tragaderas y buen estómago para digerir lo que haya que digerir, incluso votos manchados de sangre que les permitan sostener sus propias dictaduras aldeanas.


No se vislumbra un próximo final de esta pesadilla. Si no se llega a un consenso entre los dos grandes partidos, que logre aislar a todos los grupúsculos que apoyan, directa o indirectamente, el terror, tendremos ETA para rato.


Podrá haber palabras rimbombantes de condena y ánimo. Podrá hablarse de que ETA está contra las cuerdas y que ha comenzado su agonía. Podrá haber brillantes operaciones policiales que ya se encargarán algunos jueces de opacar con sus medidas de gracia y justicia. Podrá haber pucheritos de niño en la cara de falsos lehendakaris. Lo que se les ocurra. Pero por encima de todo ello, ETA seguirá presente y matando.


Las victorias policiales tienen que estar respaldadas por decisiones políticas y legales responsables porque, de otra manera, no sirven para nada.


Tiene que llegar el momento de hablar claro y de actuar con más claridad aún. El momento de querer, de una vez, acabar con ellos. Cuando se quiere se puede.


Y, también, tiene que llegar el momento de llamar a las cosas por su nombre: a los asesinos, asesinos, y a los que les apoyan o se sirven de ellos, también. Y, lógicamente, éstos tienen un lugar en el código penal español.
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