viernes, 7 de noviembre de 2008

ZP, YA TIENE SILLA EN EL G-20

Zapatero, por fin, estará en Washintong en la cumbre del G-20, en una silla prestada por Sarkozy, que no se debe confundir con Francia, de la misma manera que no se puede confundir, ni mezclar, a Zapatero con España. Y digo esto porque el empeño febril del jefe del Gobierno español de estar en esta cumbre a toda costa, no es el empeño de España. España no pide limosna. España si se sienta en una cumbre internacional es para tener voz y voto y, por supuesto, estar con todos los derechos y obligaciones. Como un país de lo más digno, tanto por su historia como por su presente, con independencia de los gobiernos que le hayan podido tocar en suerte. Nunca en su historia ha estado de cuerpo presente en ningún evento político, a pesar de ser la tierra del “Convidado de Piedra”. Porque una cosa es la literatura y otra muy distinta la realidad nacional y la presencia o ausencia en una reunión de naciones, de un país que conserva, o pretende conservar su honor, dentro de un concierto internacional.

Este es otro capricho infantil de un jefe de gobierno que está, hace tiempo, fuera de la realidad y que se empecina en ganar batallitas que sólo pueden satisfacer su ego de niño insulso y cabezota, porque nunca tuvo conciencia (jamás se lo pudo creer) de ser el jefe del gobierno de uno de los países más grandes que han escrito la historia de la humanidad.

Puede que aún el resentido, y aun presidente y anfitrión del encuentro, George W. Bush, le ponga su veto, pero no es probable cuando la petición de clemencia viene de parte de Sarkozy.

Zapatero estará en esta cumbre, pero no estará España. Estará un hombre que está dispuesto a los más bajos tratamientos y a las más subordinadas compensaciones para estar como un mediocre entre los grandes.

Zapatero, si se lo piden a cambio, mandaría lo mejor del Ejercito Español de nuevo a Irak, y se pasaría una noche entera, cual futuro caballero medieval, velando armas, besando y adorando sin descanso la bandera de las barras y las estrellas.

Y todo esto, posiblemente, para acudir de “oyente” a una cumbre a la que no está invitado pero en la que el presidente francés le ha cedido un taburete para que se tome su caña a gusto, mientras otros le cuentan como se puede tratar una crisis económica y como hay que andar por los intrincados vericuetos de la política internacional.

¿Qué puede contar allí un jefe de gobierno que tiene en su país el más alto índice de paro de los países que integran la Unión Europea? ¿No sería más digno quedándose en casa y viendo los debates a través de televisión?

A mí es que me revuelve las tripas que este andoba esté utilizando a España para sus batallitas. ¿Cómo alguien como él, que no cree en su propio país, ha podido acceder a la presidencia del Gobierno? ¿Qué está pasando en España? ¿Qué tipo de gente tiene detrás?

Que vaya. Que vaya a Washintong. Pero, por favor, que aprenda algo de lo que significa patriotismo y honor. Que aprenda de Obama, presidente electo de los EE.UU, que se ha olvidado ya de una reñidísima campaña electoral y se ha convertido en el presidente de “todos” los norteamericanos.

Que aprenda de John McCain, rival del nuevo presidente salido de la voluntad de la mayoría de los ciudadanos del más poderoso país de la Tierra, que ha proclamado: “Que Dios bendiga a “mi nuevo Presidente”. Al Presidente de Norteamérica”.

Que aprenda primero estas cosas. Que aprenda primero a sentirse orgulloso de ser el jefe del gobierno de un país como España. Que aprenda a ser español. Que tire su soberbia en cualquier cuneta y que empiece, si sabe, a gobernar.

Luego, si le dejan, que vaya por ahí a alguna cumbre; de los G-20, 30 o 1500. Tampoco le vendría mal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, utiliza en tus comentarios la educación y el respeto.