lunes, 10 de agosto de 2009

SUARÍAS EJEMPLAR.

(El Príncipe de Asturias, recibe lecciones de "bolo palma" de Ramonín Tamés)



Suarías es un pequeño pueblo del ayuntamiento de Peñamellera Baja, mi tierra. No son, durante gran parte del año, muchos vecinos fijos pero los que están fuera no se olvidan de su pueblo y trabajan porque esté vivo. Suarías es un pueblo vivo y bonito. Mira al mar en corta lejanía y tiene las espaldas guardadas por montañas. En un bucólico y precioso paseo se puede llegar a las vegas de Orgalla y, desde allí, recorrer uno de los parajes más impresionantes que Peñamellera puede ofrecer a sus vecinos y visitantes; hasta Cimiano y Merodio, dejando a un lado el “Argayu”, covacha de jabalíes y otras especies de caza mayor.

La mayoría de los nacidos en Suarías, no han tenido la fortuna de poder vivir allí todo el año, como muchos otros del concejo, pero su pueblo nunca está ausente de sus mentes. Lo aman como a una madre. Lo miman y lo cuidan como a un ser vivo, y es normal porque un pueblo no es otra cosa que un ser vivo, si sus hijos le hacen vivir.

Cuando un pueblo quiere, puede; de eso no hay duda. Un pueblo está vivo cuando respira a pleno pulmón y contagia su vitalidad. Eso es hoy Suarías, un pueblo pequeño que da ejemplo y, si me apuran, envidia, por sus iniciativas culturales, festivas y deportivas.

La pasada semana (viernes y sábado), Suarías tuvo los “santos perendengues” de acoger y organizar el campeonato de España de “bolo palma” por parejas -uno de los eventos deportivos más importantes del oriente asturiano y de la vecina Cantabria-, con una organización y un entusiasmo envidiables.

En Cantabria, y en el oriente asturiano, un campeonato de España de bolos, es un encuentro deportivo que se disputan muchas poblaciones y, para conseguir traerlo a tu solar, hay que luchar, demostrar y convencer. Suarías lo ha conseguido y hay que reconocerle el mérito.

Hoy por hoy, existe en este pueblo una asociación, “El Canto la Jorma”, que es referencia obligada para muchos otros pueblos. Es referencia, digo, porque se lo ha ganado a pulso; porque tiene inquietudes y apoyos incondicionales de sus vecinos y de sus hijos dispersos por España y otros países. Lo viene demostrando desde hace años y su nivel sigue en alza para ejemplo de otros pueblos dormidos en los laureles de un pasado indiano que no han sabido superar por sus propios medios.

Suarías, que duda cabe, le debe mucho a los indianos, por eso siempre están en su memoria y les rinde constantemente el homenaje que se merecen. Pero ha sabido superar aquellos años en los que sólo se podía esperar el progreso de manos de aquellos hijos que buscaban en América su propio bienestar y también el de su pueblo.

Hoy, Suarías, sin olvidar su pasado, vive un presente compartido por todos sus vecinos de cualquier condición y sociedad. Es un ejemplo a seguir y un punto de referencia para que se enteren, quienes quieran enterarse, que cuando se quiere, se puede.

Sin embargo –y es triste- quienes deberían enterarse, no lo hacen, o no quieren hacerlo. Decía que un encuentro deportivo como es un campeonato de España, aunque sea de bolos, que, por cierto, en nuestra tierra, a parte de deporte ancestral es también cultura, no debe carecer del reconocimiento y el apoyo de las instituciones oficiales y de gobierno. No ha sido así en Suarías y eso duele, no sólo a este pueblo ejemplar, si no a toda Peñamellera. A este evento deportivo-cultural, no se ha dignado asistir nadie que representara a Asturias. Es triste y también es bochornoso. He de decir que estas palabras salen exclusivamente de mí, pues a nadie de la organización le he escuchado la menor queja. Estas gentes son, a parte de efectivas en sus organizaciones, calladas y respetuosas. Por eso las críticas nos corresponden a los espectadores; a los que vamos, vemos y vivimos las cosas; a los que nada nos pueden dar ni quitar estos impresentables que han hecho de la política un “modus vivendi” vergonzoso y cómodo como nunca soñaron.

Esta es la cruz. Sin embargo, la cara más importante la han puesto gentes a las que hay que agradecer su presencia y su apoyo. Más de veinte campeones de España se encontraban en Suarías durante la final de este campeonato. Sólo voy a citar a dos, por sus años y por su peso específico en los bolos: Cabello y Ramiro. Dos leyendas de los bolos que no han querido perderse la noble lucha entre dos parejas que, en la actualidad, marcan la diferencia en este juego tan arraigado en nuestras tradiciones.

Suarías, un pequeño pueblo de un pequeño ayuntamiento, ha tenido el honor y la capacidad de organizar un evento deportivo que muchas ciudades hubieran deseado para sí. Aquí, en Asturias, a nadie le ha llamado la atención. Ni el primer edil de Peñamellera Baja se dignó aparecer por allí. De la Federación Asturiana de Bolos, nunca se supo.

Es lo que hay. Quizá mejor así. Los que estaban lo disfrutaron y otros, si hubieran venido, sería para aburrirse y no es honrado, ni presentable, aburrirse con algo que te da de comer.

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