martes, 4 de agosto de 2009

EL CASO CAMPS, ARCHIVADO

"Nada me parece justo/ en siendo contra mi gusto". (Pedro Calderón de la Barca)
Como ya todos sabemos (a unos les joderá y otros se alegrarán; depende a cual de las España pertenezca) el Tribunal Superior de Justicia de Valencia (TSJV) ha sobreseído la causa abierta contra el presidente de la Generalidad valenciana, don Francisco Camps.

La impresionante maquinaria propagandística que la izquierda española, manipulada por el PSOE, había puesto en marcha para machacar al líder popular valenciano, no ha dado resultados esta vez.

Ahora se empezará a hablar de una justicia politizada, de una justicia que ha sufrido terribles presiones, de una justicia injusta y, quizá, hasta de unos jueces cobardes.

Sí, es posible que de todo esto haya en este país pero algunos sólo se dan cuenta cuando los vientos no soplan a su favor. Si en España existe una justicia politizada, lo primero que habrá que preguntarse es quien la ha politizado hasta niveles tan vergonzosos. Si en España existen jueces cobardes, habrá que preguntarse quien es el que los mantiene en sus cargos y, si una justicia es susceptible de ceder a presiones, habrá que preguntarse que tipo de justicia es la que tenemos y quien la ha venido soportando y alimentando.

Leía esta mañana en La Nueva España un comentario del ex presidente autonómico asturiano, Pedro de Silva, en este sentido, y eso sí se me antojó una verdadera presión sobre los jueces. El ex mandatario asturiano, refriéndose al caso Camps, comentaba: “Una justicia politizada sería la gota que colmara el vaso”. “¿Estarán los jueces a la altura debida, para evaluar con buen sentido los elementos probatorios y aquilatar los hechos, dándoles el peso justo?

Pues ahí tiene el señor de Silva el fallo del TSJV. Tengo para mí que la respuesta a sus mismas preguntas no va a ser de su satisfacción. Él ya daba como “hechos probatorios” lo que el tribunal ha sobreseído. Ni para él, ni para otros muchos que sólo miran a su particular bragueta, este fallo será justo.

Ahora sólo les queda quejarse y abominar de lo que ellos mismos han creado y que creían que tenían a su exclusivo servicio.

Ahora pueden decir como Julio César: ¿Tú también, Bruto, hijo mío…?

Yo, felicito a Francisco Camps. Si la justicia ha sido o no ha sido justa, no lo sé. Pero es lo que hay.

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