martes, 29 de septiembre de 2009

NOS PASAMOS LA VIDA DANDO HOSTIAS...

¡¡Que te pego una leche....!!


En esta España nuestra nos pasamos gran parte de nuestra vida, si no dando hostias, por lo menos ofreciéndolas o diciendo que las vamos a dar: Se le dan cuatro hostias y arreglado. Si me sigue jodiendo le doy una hostia que le acuesto….Frases así oiríamos muchas. Yo, al menos, sí las he escuchado y, como no, también las he pronunciado, pero nunca he pasado de ahí.

En el rico anecdotario español existen muchos casos donde las hostias andan por el medio y no dejan de ser simpáticos. Hoy les voy a dejar constancia aquí de tres casos que me han gustado porque dejan de lado la tragedia que puede conllevar repartir hostias y, simplemente, se reducen a lo castizo del hecho y del dicho:

UNA:

Aquel famoso morrosco de Cestona que llegó a ser boxeador, más por su corpulencia que por sus cualidades técnicas, José Manuel Ibar Urtain, llevaba una carrera imparable de victorias y se había convertido, prematuramente, en una leyenda del boxeo español. Franco quiso conocerle y recibirle en el Pardo y para ello prepararon al mozo dentro de un traje, acorde con las circunstancias, pero muy incómodo, tanto o más que el protocolo al que debía someterse.

Acompañaban al peso pesado, el médico de Franco, don Vicente Gil, y el presidente de la Federación Española de Boxeo, mi compañero del banco, el cántabro-sevillano, José María Sainz Huerta.

Ya con Franco presente, no avanzaba la conversación. El morrosco sudaba abundantemente y trataba de permanecer rígido y respetuoso ante el Caudillo de España. Los flashes de las cámaras de fotos imponían algo a lo que el mozarrón no estaba acostumbrado en los ambientes fuera del cuadrilátero.

Por fin, Franco habló, con voz débil y entrecortada y se interesó por el siguiente combate que le esperaba al morrosco contra un espécimen alemán que se parecía al oso y al madroño juntos en un mismo cuerpo.

Urtain, con aquella sencillez que le caracterizaba le contestó al caudillo: -“En el primer asalto le arreo dos hostias y lo tumbo, oiga…”. Dicen que Urtain no volvió a ser recibido en el Pardo.

DOS:

El casticismo español siempre fue bandera de los Borbones españoles. Se cuenta que Antonio Goicoechea, político conservador de Renovación Española y firme defensor de la Monarquía, aún en tiempos de la República, comentó a un círculo de amigos su preocupación por lo joven que era el infante don Gonzalo, ahora en el exilio, y la posibilidad de que perdiera su castizo acento al hablar español. Tal comentario llegó a oídos del que, en aquel momento, era el príncipe heredero de la Corona de España y no le gustó.

Meses después se encontraron en un hotel de París Don Alfonso XIII, Don Juan de Borbón y el propio Goicoechea. Sin tardar mucho apareció también Don Gonzalo. Para dejarle bien claro a Goicoechea lo de su particular casticismo, le preguntó: Don Antonio ¿sigue usted dándose de hostias en el Parlamento…? Pues, de perder ese casticismo, nada de nada..

TRES:

Un político puede decir, de cara al exterior, muchas cosas. Otra cosa es lo que piense en su interior que, en contraste con sus manifestaciones públicas, suele tener, como no, su lado más humano y comprensible.

Se hallaba Julio Anguita, a la sazón coordinador de Izquierda Unida, en Córdoba, pronunciando una conferencia sobre la solidaridad. Llegó en su coche nuevo, un Citroen de gama media, y conducido por él mismo a la puerta del local y lo aparcó en el lugar reservado. En la conferencia denunció la intolerancia oficial contra los inmigrantes a los que ofreció todo su apoyo.

Al abandonar la sala, una vez finalizada la conferencia, encontró su coche nuevo sin el cristal delantero y con la caja de la radio destrozada y, por supuesto, sin aparato de radio. Un testigo le informó que una pareja de magrebíes había sido la responsable del expolio. En un instante sus teorías se vinieron abajo y, muy enfadado, exclamó: “¡Si agarro a esos canallas les doy una manta de hostias que se enteran. Y luego ya hablaríamos de la marginación, la pobreza y demás leches..!”

Lo de las hostias lo quiso cambiar José María Ruiz Mateos cuando agredió a Miguel Boyer al grito de ¡”que te pego una leche…”! Pero ¡que va..! Las hostias son las hostias….Al menos aquí en España

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