martes, 15 de septiembre de 2009

CÉSAR GONZÁLEZ RUANO, ALGO MÁS QUE UN PREMIO.

Sí. César es un premio. Su nombre encarna uno de los más prestigiosos premios del periodismo español, el “César González Ruano”, pero él, en sí mismo, constituyó un premio para la profesión periodística en España.

César, el dandy de los cincuenta. Alto y escueto de carnes, muy estudiado de gestos y ademanes que buscaba la elegancia en el descuido. Un descuido cuidado. A la combinación de chaquetas y pantalones dispares, cogidos al azar del armario, lo llamaba “el conjunto González Ruano”. Puños de camisa blanca, abrochados con elegantes gemelos, que asomaban profusos por la bocamanga de su chaqueta. Sí, un dandy descuidado.

César fue del Gijón, del café Gijón, entiéndase. Pero un buen día dejó de ir en solidaridad con Marino Gómez Santos –Marinín Monroe-, le llamaban, por lo guapo que decían que era. Marino era escritor e hizo cruzar el Mediterráneo al protagonista de una sus historias para ir de Madrid a Nueva York, y cuando alguien le advirtió que iba en dirección contraria, buscó culpas en ajenos…-¡Cabrón de linotipista..!

A Marino le echaron del Gijón por haber escrito un libro que, supuestamente, insultaba a sus clientes. César se fue, en solidaridad con él y, desde entonces, escribía sus artículos al lado, en el sotanillo de Teide, diminuto café de Recoletos desde donde veía pasar sobre su cabeza los pies de medio Madrid.

Llegaba al Teide entre nueve y diez de la mañana, casi siempre en taxi. Se estiraba, sacaba los puños de su camisa, y, de los bolsillos de su chaqueta una preciosa pitillera de oro, firmada por Alfonso XIII. En contrapartida (descuido cuidado) sacaba también la caja de cerillas de cocina que le había distraído a su ama de llaves: salí tan deprisa que agarré lo primero que encontré.

Llevaba ya el ABC del día y, dentro, cuatro o cinco folios. Ya tenía en mente el tema del artículo que iba a escribir, aunque, sobre la marcha, podía escribir otro u otros dos. Gafas ligeras. Pluma de fuente, clásica. Cigarrillos egipcios que un botones le iba a comprar al Casino. Un uña del meñique larga y repulsiva, lacada y pulida, eso sí.

En Teide, fabricaba César a diario el soneto del periodismo: el artículo breve, urgente e impar. El periodismo más literario que se ha podido escribir en los periódicos españoles. Fue un auténtico maestro, con sus normas y con sus lecciones que cualquier articulista que se precie debe tener presentes: “En una columna sólo cabe una idea. No se les ocurra mezclarla con otra y menos si son de distinta familia. El artículo es como una morcilla que tiene que estar bien atada por el principio y por el fin. En el medio, metan ustedes lo que quieran".

Para César González Ruano, tampoco fueron todo rosas. También las pasó canutas, como cualquier escritor o periodista que en España se haya preciado de serlo. Vivía en un piso de la madrileña calle de Ríos Rosas, más o menos pared con pared con Camilo José Cela. Ya estaba bastante enfermo cuando el editor, José Manuel Lara, le visitó. Le dio un talón de cinco mil pesetas, de las de los años cincuenta, a cuenta de una novela suya que tenía por publicar.

César, que ya se sentía morir, le preguntó cuando pensaba publicar su novela, y Lara que no sabía que contestarle…: “Puez verá, Cézar, eztamoz ezperando un poco, porque ezo de la novela póztuma ze vende muy bien."

¡Lara, Lara…! Un psiquiatra ya se lo había dicho: “Usted lo mejor que puede hacer es quemar la editorial”. Cuando la literatura y el genio sólo significan dinero, a los genios sólo les espera un buen entierro.

Cuenta Umbral que al de César fue en un taxi con Gerardo Diego. Que aprovecharon para visitar la tumba de Ramón Gómez de la Serna, encima de la de Mariano José de Larra, y que no había mucha gente. Claro. Al fin, quedaba una novela “póztuma” y, "agotado su tesoro, de asuntos falta enmudeció la lira…."

1 comentario:

  1. Que pena que sea tan dificil conseguir las obras completas de Ruano, ya sólo queda algo en las librerías de viejo y a precios prohibitivo.

    ResponderEliminar

Por favor, utiliza en tus comentarios la educación y el respeto.