Existen libros que son indispensables para conocer y comprender determinadas épocas de la Historia. Para conocer y comprender la segunda mitad del siglo XX en España, es imprescindible acudir a un libro interesantísimo que, de alguna forma, se me antoja injustamente olvidado. Se trata de “Don Juan”, de Luis María Anson (Plaza & Janés Editores, S.A., Barcelona. Primera edición: noviembre de 1994), centrado en la vida de Don Juan de Borbón, conde Barcelona, y padre del actual Rey de España, Don Juan Carlos de Borbón. Esta Semana Santa, por salirme de la rutina de mis lecturas, retomé este libro y, como suele ocurrir con los libros, siempre se encuentra algo nuevo en ellos. Algo nuevo u olvidado, que merece la pena recordar.
Dentro de este libro, me encontré también con algunas notas, añadidas por mí, y con un recorte de prensa que ya creía perdido y que me alegró recuperar.
Todo ello está relacionado con un pasaje que aparece en el libro. Un pasaje que, muy probablemente, cambió de raíz la historia de España en una fría mañana de diciembre del año 1973, cuando el coche del presidente del Gobierno español, don Luis Carrero Blanco, volaba por los aires en la madrileña calle de Claudio Coello, víctima de un atentado de la banda terrorista ETA.
Allí se ponía fin, muy probablemente, a la continuidad del Franquismo después de Franco. Allí se empezaba a desatar lo que, según el propio Franco, estaba “atado y bien atado”. Allí, es posible que diese comienzo la llamada “Transición”.
Pero, como en todas estas cuestiones de gran relieve histórico y político, siempre quedan enigmas que nunca se resolverán. Siempre quedan preguntas a las que nadie contesta, mentiras completas y verdades a medias. Trabajo, en fin, para los historiadores e investigadotes que, como ya he comentado en otras ocasiones, tendrán que cerrar los hechos con hipótesis y nunca con pruebas contundentes.
La pregunta que Luis María Anson se hace en su libro es: “¿Conocía o no el falangista, antimonárquico, antijuancarlista y ministro de la Gobernación (ahora Interior), Carlos Arias Navarro, que un comando de ETA trabajaba en la calle Claudio Coello?” He aquí una de esas preguntas que difícilmente encontrará respuesta en la Historia.
López Rodó, compañero de Arias en el Gobierno, escribe más tarde: “Es sorprendente que los Servicios de Seguridad del Estado no tuvieran información acerca de una galería subterránea que venía excavándose durante varias semanas bajo una calle por la que pasaba diariamente el presidente del Gobierno”.
Yo he pasado muchas veces por esa calle y por el inmueble, desde cuyo interior se excavó la galería. Si medimos, en línea recta, no sé si habrá doscientos metros hasta la puerta principal de la embajada de los EE.UU en la calle Serrano. Pues los servicios de seguridad, y de inteligencia, de esta embajada que, estoy seguro, pueden tener en posesión muchas conversaciones privadas de personajes y simples ciudadanos madrileños, tampoco se enteraron de nada de lo que estaba ocurriendo casi “debajo de sus camas”.
Otra víctima de ETA, el jurista Fernando Múgica Herzog –hermano del actual Defensor del Pueblo-, poco antes de ser asesinado por la banda, envió a Luis María Anson, a la sazón director del diario ABC, una carta en la que elogiaba su libro y publicaba su testimonio revelador de la incierta frontera en la que el poder político deja hacer en la comisión de un magnicidio. En estos términos se dirigía Múgica Herzog a Luis María Anson:
“Al hilo de su “Don Juan”, me voy a referir a un hecho muy concreto que durante más de veinte años me ha estado llamando la atención, hecho en el que usted coloca las mismas interrogantes que durante tantos años me he estado planteando: ¿hasta que punto el ministerio de la Gobernación sabía –o incluso sabiéndolo, dejo hacer- o, todavía más incluso en alguna forma no fue ajeno al suceso del asesinato de Carrero Blanco?”
Múgica Herzog, añade a su reflexión su peripecia personal del día mismo del asesinato de Carrero:
“El día 19 de diciembre se celebraban elecciones a Decano en el Colegio de Abogados de Madrid, con un ya claro trasfondo político. Como colegiados que éramos en este Colegio madrileño –aunque trabajábamos y residíamos en San Sebastián- nos habíamos desplazo en automóvil a la capital, mi hermano Enrique, José Ramón Recalde y yo.
Serían las 9,30h cuando, al regresar el día 20, hicimos una breve parada en un bar de la Castellana para desayunar y continuar ruta. Más o menos en aquellos minutos acababan de volar el coche de Carrero y no nos habíamos enterado de nada. Continuamos y nos detuvimos entre Miranda de Ebro y Pancorbo –en el Monumento al Pastor- para almorzar, donde, a través de un comunicado de la radio, nos enteramos del atentado que había costado la vida al Presidente del Gobierno. Reiniciamos ruta a San Sebastián, intuyendo en cada curva, detrás de cualquier árbol, una patrulla de la Guardia Civil presta a detenernos. Mi hermano Enrique y Recalde, habían sido huéspedes de las cárceles franquistas y, a mí, por haber sido defensor de procesados antifranquistas ante el T.O.P., se me había retirado el pasaporte en 1962, y no me fue devuelto hasta 1971.
Éramos, pues, carne de cañón en una previsible y eventual represión. Sin embargo, para nuestra sorpresa, en aquellos casi quinientos kilómetros por una carretera que conducía al País Vasco, y de consuno a Francia, no encontramos ni un solo guardia civil. Parecía como si alguien se hubiera preocupado de retirar controles, justamente lo contrario de lo que el policía más torpe hubiera ordenado hacer”. (*)
(*) (Testimonio recogido en ABC -"Pistolerismo contra la democracia"- el 7 de febrero de 1996, en carta a L.M. Anson, director del diario.)
Este testimonio de Fernando Múgica, puedo corroborarlo yo pues, ese mismo día, terminaba una misión de trabajo en Miranda de Ebro y, aunque no iba en dirección al País Vasco ni a Francia, sino a Panes, mi pueblo, a pasar unos días de vacaciones navideñas junto con mi madre, tampoco encontré en todo el trayecto ningún número de la Guardia Civil ni patrulla de Tráfico. Algo pasaba en España.
Recuerdo que al detenerme a tomar un café en Trespaderne, observé que no llevaba en mi coche la documentación del mismo, la cual había olvidado en el taller de chapa y pintura de donde lo acababa de retirar. He de confesar que mis piernas acusaron algún temblor y que lo que me restaba de viaje en aquel viejo "850" no fue, precisamente, de placer en ningún sentido. Sin embargo, tal como bien apunta Múgica, nadie me molestó en carretera, ni noté ninguna señal de que el magnicidio ocurrido en la madrugada en Madrid, nos fuese a traer graves complicaciones en materia de represión a los españoles.
Ahí queda el enigma y ahí quedan los testimonios. Como premio a la ineficacia, o quizá por eso mismo, Carlos Arias Navarro, principal responsable del asesinato de su Presidente, como ministro que era de la Gobernación, fue nombrado su sucesor al frente del Gobierno de España. Le iba a durar muy poco…. afortunadamente.
Era vox pópuli quién estaba detrás, delante, dentro y fuera del levantamiento por elevación del coche del menos indicado para “hacer” la transición”. Carrero Blanco molestaba a EEUU, no entraba en sus planes para conseguir “transiciones” exportables, como realmente fue la española, por ejemplo en Latinoamérica. Dejar una dictadura, sin cerrar heridas, como si no hubiera ocurrido nada, era realmente delicado. Más si el encargado de suceder al dictador era del talante de Carrero Blanco. No se trata de pensar que la CIA tenía contactos con la incipiente ETA, como los había tenido el PNV años anteriores. Simplemente se trataba de dejar estar, o dejar hacer. Precisamente a una ETA que ni siquiera disponía de infraestructura necesaria y suficiente para tal operación.
ResponderEliminarNo fue la primera vez ni la última, que tal tipo de actuación se realiza con ETA como protagonista del evento, y que alguien más rentabiliza políticamente el resultado final de dicha actuación. Basta con ver que incidencia y espacio político tenía el PP en el País Vasco en los años 80 y el que tiene ahora, incluyendo la Presidencia del Parlamento Vasco. Se puede decir que el PP ha crecido en el País Vasco a golpe de atentado. Exactamente lo contrario de lo que se pretendía con dichos atentados (¿?)
Txomin
Era vox pópuli quién estaba detrás, delante, dentro y fuera del levantamiento por elevación del coche del menos indicado para “hacer” la transición”. Carrero Blanco molestaba a EEUU, no entraba en sus planes para conseguir “transiciones” exportables, como realmente fue la española, por ejemplo en Latinoamérica. Dejar una dictadura, sin cerrar heridas, como si no hubiera ocurrido nada, era realmente delicado. Más si el encargado de suceder al dictador era del talante de Carrero Blanco. No se trata de pensar que la CIA tenía contactos con la incipiente ETA, como los había tenido el PNV años anteriores. Simplemente se trataba de dejar estar, o dejar hacer. Precisamente a una ETA que ni siquiera disponía de infraestructura necesaria y suficiente para tal operación.
ResponderEliminarNo fue la primera vez ni la última, que tal tipo de actuación se realiza con ETA como protagonista del evento, y que alguien más rentabiliza políticamente el resultado final de dicha actuación. Basta con ver que incidencia y espacio político tenía el PP en el País Vasco en los años 80 y el que tiene ahora, incluyendo la Presidencia del Parlamento Vasco. Se puede decir que el PP ha crecido en el País Vasco a golpe de atentado. Exactamente lo contrario de lo que se pretendía con dichos atentados (¿?)
Txomin
Bueno he encontrado esta página por casualidad.
ResponderEliminarCreo que eres Caballero el mejor lanzador de bolos de Villacarriedo.
A mí también me gustaría saber. La información facilitada al comando de ETA por esta persona, de quien se sigue desconociendo su identidad 30 años después.
Sí eres el mismo, un saludo de un compañero de
varios cursos inferior. El año que viene, la comida creo que es en mayo. Si asistes ya te saludaré y te diré quien soy.
Pondré tu página en mis favoritos.