Esta muerte lamentable, como todas las muertes, fue la chispa que encendió el fuego en esa metafórica pila de leña reseca que desde hace tiempo viene clamando por las llamas. Y esta hoguera de odio y de frustración puede extenderse como reguero de pólvora por otras ciudades y países de Europa.
En todo esto hay un trasfondo mucho más complejo y de mayor calado que la simple muerte de un joven, víctima de la actuación de elementos policiales carentes de profesionalidad y con un sentido del deber alterado, quizá por las mismas circunstancias que llegan a originar movimientos de protesta como los que ahora soporta el país helénico.
Detrás de todo esto, se esconden y disimulan gobiernos sin ideas ni ideales que tiempo ha han agotado sus recursos políticos. Detrás de todo esto existe y trata de sobrevivir una generación a la que no se le ofrece nada. Una generación vacía, sin futuro claro, sin valores, porque nadie se los ha inculcado. Una generación materialista, aunque sin materias. Una generación a la deriva que destila rabia e impotencia y que, a la primera de cambio, explota por cualquiera de sus costados.
El mundo ha concluido una de sus etapas generacionales, incapaz de renovarse e idear nuevos moldes. El “Mayo del 68” francés no logró consolidar un espíritu de cambio, si es que alguna vez lo tuvo y, cuarenta años después, trata de reinventarse, pero perdido en la vorágine de un mundo joven que se rebela, sangra y llora, pero que tampoco aporta nada.
No tienen ellos la culpa. ¿Qué les han dado las generaciones de sus padres y abuelos? Nada. Triste y claramente, nada. Aquellas generaciones se cobijaron en un mundo materialista que no aportó nada, ni en lo cultural ni en lo espiritual a la Humanidad. Creó monstruos que ahora quieren comerles y que ellos, a su vez, intentan destruir.
Los jóvenes heredan un mundo material sin materias. Un mundo sin rumbo que se precipita solo y les empuja al abismo. Un mundo que no cree en nada porque hasta lo material se ha agotado y hoy está sumido en una crisis insospechada hace pocos años.
No sólo la crisis es material. También es espiritual y de valores. De valores sin los que el mundo no puede vivir más allá de unos pocos años, y eso es lo grave y lo que nos pierde.
A todo esto, añadamos que las soluciones que se ponen, por parte de los líderes mundiales, son las mismas que nos han llevado al fracaso. Nada nuevo se crea, ni se idea. Todo se basa en las monedas de referencia mundiales y en materias primas que como el petróleo y otros productos de primera necesidad, en vez de ofrecernos futuro estable y bienestar, se tornan en objetivos que, para lograrlos, se mata y se masacra a pueblos enteros.
Nadie hoy, ninguna nación ni ningún personaje, puede atribuirse el liderazgo mundial de los derechos y las necesidades humanas. Nadie trabaja en espíritu, sólo en materia. No ha nacido aún el líder que lleve a este mundo al rumbo correcto de solidaridad y cooperación entre los pueblos. Este mundo de hoy no da ni lo que le sobra.
Por eso, los incidentes de Grecia sólo pueden considerarse como un aviso. Un aviso de lo que puede dar de sí este mundo inmoral. Es igual, pues los gobiernos están ciegos. Ciegos de soberbia y de inmoralidad. Ciegos de materialismo. Ciegos, sordos, cojos y mancos.
No es mal momento para pensar un poco en lo espiritual y dejar de lado los ídolos de barro que, tarde o temprano, se derrumban.
Lo espiritual puede limpiarnos los ojos y hacernos ver más allá. Lo material, nos ha llenado de mierda y nos impide ver, oír y sentir.
Las jóvenes generaciones se rebelan. Claro, es lógico. Usted, gobernante de turno de cualquier país, ¿Qué haría en su lugar? Por lo menos, no los mate....
Como bien dices Alfredo, la muerte de Alexis Grigorópulos fue la gota que colmó el vaso. No se si alguna vez ha salido a colación en alguna de tus tertulias con amig@s, en las mias si, el hecho de que parece que nuestros gobernantes quieren tener una "juventud aborregada", les interesa el que no estén lo suficientemente preparados porque así no reclamaran, no protestaran,... Son permisivos con tantas cosas... ¿¿y quien lo esta pagando al final??, pues sí amigo mio nuestros queridos jovenes.
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