lunes, 8 de diciembre de 2008

EL ALCALDE DE GETAFE. LO QUE HAY

Hubo un tiempo en el que, en España, se valoraba la educación, la urbanidad y otra serie de comportamientos sociales, simplemente encaminados a hacer soportable una convivencia dentro de un orden que no viniera a molestar a nadie y que, por el contrario, dulcificase esos comportamientos a los que cotidianamente nos vemos obligados en público.

Llegó otro tiempo, posteriormente, y no muy lejano, donde todo ese conjunto de normas fue perdiendo valor y, merced a un progresismo mal entendido, se fue cayendo en lo soez y en las faltas al respeto y a la más elemental educación. Alguien quiso darle a estos nuevos y peores tiempos, un significado de modernidad, sin caer en la cuenta de que estábamos asistiendo al nacimiento de una nueva sociedad sin valores fundamentales y sin ninguna consideración a lo que no era propiamente lo suyo.

Poco a poco, fueron desapareciendo valores patrios, familiares, morales, religiosos, culturales y, lo más fundamental, valores sociales muy importantes y necesarios en nuestro convivir diario.

Los centros educativos, comenzaron a cotizar a la baja determinadas asignaturas, que nada tienen que ver con ideologías ni corrientes de pensamiento, como la urbanidad, la educación básica, el respeto, la higiene, que sin tardar mucho fueron desapareciendo de los programas de enseñanza, dejando el campo libre a individuos que pronto se olvidaron del “usted” o del “señora”, dando paso a los despectivos “tío” y “tía”, “tronco” o “pelucas”, etc., etc.

Pronto, los profesores asumieron que ya no eran don Fulano y don Mengano, y se convertían en Richard y en Robert. De la misma manera, los padres de familia, tuvieron que hacerse a la idea de que cuando elevaban un tanto la voz, la yegua ya no se ponía de rodillas. Ni la yegua, ni los pijos de pendiente y tatuaje. Me contaba un viejo amigo y compañero de trabajo, de una zona rural de Cantabria, cómo era su padre: "Mi padre era muy serio. Nunca le vi reírse. Jamás nos puso la mano encima, pero cuando se cagaba en….., se ponía hasta la yegua de rodillas".

Todo esto, como no podía ser menos, se nos ha ido de las manos y se ha creado una generación que vive en un mundo que ellos creen hecho a su medida, sin contar con que más allá de sus casas y de sus lugares de esparcimiento con compañeros de sus mismos modales, existe un mundo que exige unos ciertos comportamientos sociales y respetuosos con la gente que se tiene enfrente.

Eso ha llevado al alcalde de Getafe, Pedro Castro, que además es el Presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias, a llamar tontos de los cojones a cuantos ejercemos el derecho de votar al PP. Así de claro. Les llama eso, como les puede llamar otra cosa. Eso es lo que ha aprendido este hombre en su mundo, en sus círculos progresistas, y cree que es lo normal. No sabe que en este país, existen círculos sociales donde lo soez y lo ofensivo no tiene lugar. Y no sabe, tampoco, que esos círculos sociales no son patrimonio de ninguna ideología política ni religiosa. Son patrimonio de las personas que valoran la educación y el respeto al prójimo, pura y llanamente.

Este personaje debe, por respeto (claro, primero tiene que aprender que es eso) a diez millones de españoles tan dignos o más que él, renunciar a sus cargos y volver a la escuela nacional, y no escudarse en lo que puedan decir las mayorías, cuando sabe perfectamente que la mayoría de la FEMP la componen los alcaldes socialistas. O sea, que además de garrulo, trilero, pues sabe perfectamente que ningún correligionario le va a pedir que se vaya cuando forman parte de ese mundillo que ha conseguido hacer de lo chabacano y de lo soez un arte.

Este personaje, no puede representar a ocho mil alcaldes españoles. Es indigno de ello.

Claro, es indigno para diez millones de españoles, para el resto de los que votamos en España, más de veinte millones, es lo normal. Lo que hay.

1 comentario:

  1. Sardi:Muchísimas gracias por lo que me pueda tocar de tu cariñoso saludo.

    Un abrazo muy fuerte.

    Angel

    Psdta:Si no tenemos la ocasión de vernos, venturas y felicidades para tí y los tuyos.

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