domingo, 1 de febrero de 2009

¡ADIÓS, ARZOBISPO!

El documento que un grupo de curas de Asturias publicó contra el arzobispo Osoro no tiene desperdicio. En ello, como en la misma religión, se trata de creer o no creer. Cuanto más analizo el texto, más perdido estoy. Es lógico, yo no estoy metido en materia y no tengo ninguna capacidad para criticar este interesante manifiesto, pero hay cosas que comparto desde mi singularidad.

Me ha traído a la memoria mis años de trabajo. Mis años profesionales en los que directivos de oficinas te solicitaban refuerzos de personal. Eran tan escasos esos medios humanos que yo iniciaba mi trabajo con un "puzzle" en el que tenía que ubicar a los cuatro o cinco empleados "volantes" y tratar de destinarlos a los sitios que tenían verdadera necesidad.

Había mañanas que de diez o quince llamadas telefónicas, recibidas de ocho a nueve, cogía sólo dos, pues sabía que detrás del teléfono la demanda era: "Mándame alguien o tengo que cerrar la oficina".

Algunas veces, yo mismo, agarraba mi cartera y me iba a mi casa a trabajar: -Si preguntan por mí dile que me ha dado un cólico y que estoy en el hospital.

En casa, tranquilo y sin llamadas telefónicas sacaba "papeles" adelante. Aquello era una locura. Ahí empecé yo a perder el humor y a cagarme en lo que nunca me había cagado.

Una vez fui a una oficina cuyo director era el más asiduo de la mañana en solicitar refuerzos. Encontré su mesa llena de papelotes y expedientes y al empleado que yo le había mandado por la mañana, echando un cigarro y leyendo el periódico.

Por supuesto, aquél empleado regresó conmigo y a aquél directivo de oficina de pueblo, que no sabía delegar funciones ni trabajo, lo mandamos de cajero a una oficinita de un pueblo más pequeño para que no se estresara.

Hay gentes que no saben delegar. Delegar, yo siempre lo he dicho, es un arte. Saber delegar y repartir juego -siempre que tú sepas después controlar- es la clave del éxito de tu trabajo.

Pues yo creo que a don Carlos Osoro, arzobispo de Asturias, le ha faltado dominar este arte. Él se lo cocinaba y se lo comía todo mientras don Raúl Berzosa, el obispo auxiliar, fumaba (no sé si lo hace, porque tampoco le conozco de nada) y leía el periódico. Bien podía haber pasado sin él, con la falta de prelados que hay por el mundo.

Pero don Carlos, no fue relegado a ningún curato de pueblo. Don Carlos está nombrado para Valencia, lo cual quiere decir que ha cumplido bien con el cometido para el que, "la superioridad" le envió a Asturias.

Aquí deja un grupo de casi treinta curas, el foro "Gaspar García Laviana" que no le van a echar de menos, todo lo contrario. Y, también, deja centenares de feligreses, o miles, que, prácticamente, nunca le hemos conocido a no ser por la prensa. Estoy seguro de que, también, dejará cosas positivas, que duda cabe, aunque entre éstas no se encuentre el cierre de Valdediós.

¡Adiós arzobispo! Yo, sinceramente, no puedo decir que siento su marcha. Tampoco me alegra. Simplemente me da igual. Yo no puedo hablar nada más que por mí, pero me imagino que en mi tierra de la periferia de Asturias, no habrá causado ningún trauma su despedida. Poco le hemos visto por allí.
Con estas mismas palabras despedí a don Gabino hace ya siete años. Es triste. Yo había puesto alguna confianza en usted, pero me ha desilusionado. Nunca le vi físicamente. Nunca escuché una palabra, en directo, de su boca.

Recuerdo sus palabras de cuando llegó a Asturias: "vengo con coraje evangélico". Ya. Ya lo hemos visto.

Que quiere ¿que le esté agradecido? Vaya usted con Dios y que su ministerio en Valencia sea más positivo que el que ha desempeñado en Asturias, de cara al pueblo llano y humilde.

Asturias es más larga que ancha. Comienza en Vegadeo y termina en Tina mayor( o viceversa) donde se abraza a su tierra cántabra, hermana de la nuestra. Usted, señor arzobispo, eso nunca lo entendió. Si embargo, era muy fácil de entender. Hay arzobispos señores, y señores arzobispos... ¿Lo coge?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, utiliza en tus comentarios la educación y el respeto.