viernes, 23 de julio de 2010

BAJEZAS E IRRESPONSABILIDADES POLÍTICAS


En 1998 el PP de Asturias, siendo presidente del Principado Sergio Marqués, sufrió una importante escisión al crearse el partido UNIÓN RENOVADORA ASTURIANA (URAS) propiciado por el propio Marqués, ante sus divergencias con la dirección regional del PP y, fundamentalmente, con el entonces vicepresidente del Gobierno de España, el también popular Francisco Álvarez Cascos.

Tímidamente, entonces, en algunos círculos del propio PP se cargaron las tintas sobre Álvarez Cascos pero, miserias de la política, pocos fueron los que dieron la cara y acompañaron a Sergio Marqués en su nueva aventura. Cascos era entonces vicepresidente del Gobierno y con una gran influencia en el partido a nivel del Principado.

La siguiente legislatura situó a Cascos en el ministerio de Fomento y siguieron las lamidas, el peloteo y las palmadas en la espalda. Para esto, el PP había perdido las elecciones en Asturias a favor del PSOE, partido que volvería a triunfar una y otra vez, manteniéndose aún el poder ante la ineficacia popular. Pero, una vez asentados en las poltronas correspondientes (más cómodas, para algunos, que las del propio Gobierno) los gerifaltes populares, nunca más se volvió a hablar de aquella escisión del URAS, es más, algunos de los que habían cambiado la chaqueta, volvieron al redil popular, quizá mas seguro para su bienestar.

En 2004 el PP pierde también las elecciones en España y es el PSOE quien forma gobierno, lo que induce a Álvarez Cascos a abandonar la política con la consecuente merma de su capacidad de influencia en el partido. En Asturias, en concreto, algunos parecía que respiraban más hondo y gozaban de mayor capacidad de maniobra.

A Cascos se le comenzó a menospreciar y a ningunear por parte, fundamentalmente, de algunos altos cargos del partido (recordemos el caso de sus papeles de Gijón que aparecieron en la basura) y el ex ministro se sumió en su vida privada, en sus actividades personales y en el silencio político.

Y, de repente, una importante parte del Partido Popular se empeña en que vuelva Cascos y sea el candidato a las elecciones autonómicas. Ya está liada. Otra vez los nervios. Algunos tiemblan, otros recogen papeles y objetos personales. No sólo los que llevan ahí años sin hacer nada, “sorbiendo” la sopa boba, sino hasta gentes como Gabino de Lorenzo, más veterano en la alcaldía de Oviedo que Luis “El Peligroso” en la de Solórzano – Cantabria- (40 años) y que, inexplicablemente para un militante que no entiende de contubernios, se ha erigido en el paladín del veto a la candidatura del ex vicepresidente del primer gobierno de Aznar.

Es comprensible. Quien conoce a Cascos sabe que a su lado hay que trabajar y ganarse el sueldo como él lo hizo siempre. Cascos no es dado a los espectáculos ni a las comedias. Su estilo es el trabajo, el trabajo duro y serio y, claro, eso a algunos les jode. No están acostumbrados.

¿Las armas para luchar contra la posibilidad de su candidatura? Pues las más innobles: sacar los trapos sucios, pasarle ahora por el morro los sucesos de 1998 y cargarle a él la culpa. Proclamar que su única intención es dividir el partido (¿por qué iba a hacer una cosa así alguien que ayudó, como pocos a crearle?)

Si a la dirección nacional del Partido Popular no le interesa (por lo que sea) que Cascos vuelva, debe explicar a los asturianos las razones. Lo que no puede hacer es dejar el tema en manos de inútiles y de crápulas.

La cosa es mantenerse a toda costa, al precio que sea, con los métodos que sea. Aunque sea cargándose el partido. A algunos eso no les importa, para ellos siempre habrá una poltrona, un coche y buena paga. Y todo ello por tocarse los perendengues.

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