miércoles, 24 de agosto de 2011

LAS CASTAÑAS

Lo siento. Ya lo comentaba hace unos días en "facebook": hoy es 24 de agosto (San Bartolomé) y el día está cerrado en nubes y han caído algunas gotas de agua. Lo siento pero se perderá la cosecha de castañas.

No hace muchos días hablaba yo con un amigo de más de ochenta años. Ese día, al menos durante unas horas, lució el sol y la temperatura era muy agradable. Yo le comenté que, para nuestra tierra, teníamos un día esplédido y que esperaba que no fuera para engañarnos. Pues no sé, me contestó, lo peor será que llueva el día 24 y se pierdan las castañas. Yo bien creí que hablaba de broma pero insistió:

-Ya sabes que si llueve el día 24 de agosto (San Bartolomé) ó se quedan las nubes pegadas al monte, se pierde la cosecha de castañas.
-Y ¿por qué el día 24 precisamente? le pregunté.
-Pues no me digas pero es así de toda la vida, y yo te puedo dar fe de que es cierto.

Yo nunca he despreciado el saber popular de la gente mayor. Siempre se ha dicho que "sabe más el zorro por viejo que por zorro", y a mi de eso no me cabe ninguna duda. Es más, siempre me ha gustado escuchar a estas gentes con respeto y con paciencia. De ellos he aprendido muchas cosas y quiero seguir aprendiéndolas, por eso seguiré escuchándoles.

La metereología se ha convertido hoy en una ciencia, no exacta (ni mucho menos), pero es una ciencia admitida. Sin embargo desprecia este saber popular que siempre se debe tener muy presente, aunque se complemente con nuevos métodos e instrumentos que ayuden a más precisas predicciones.

El hombre, desde que es hombre, siempre ha mirado al cielo y a la naturaleza y millones de años de experiencia no se pueden echar en saco roto porque, además, escasas veces falla.

Los marineros (me refiero a los pescadores de nuestra tierra), pueden estar muy pendientes de los partes meteorológicos y de las informaciones que les pueden llegar a través de sus instrumentos de navegación, pero con sólo una simple mirada al mar, ó al cielo, saben si deben volver a tierra de inmediato ó seguir faenando. No necesitan tablas de mareas porque saben a que hora sube y baja y calculan, por experiencia, su magnitud.

Yo sé que España no es, exclusivamente, mi tierra del norte pero recuerdo, hace pocos meses, las prediciones por las televisiones anunciándonos uno de los veranos más secos y caluros de los últimos años. No acertaron ni por aproximación. Por eso, este otoño, voy a estar muy pendiente de las castañas. De momento, San Bartolomé nos la ha jugado. Seguro que era un santo muy austero y no le gustaban las castañas.

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