¿Por qué el toro acometedor que se da normalmente en la naturaleza, va desapareciendo de todas partes menos de España, donde queda como una especie zoológica superviviente..?
La última batalla del nacionalismo catalán se libra contra la “Fiesta Nacional”, es decir, contra la fiesta taurina. Me da en la nariz que es una batalla perdida para la Fiesta (y para España) y que se convertirá en una victoria pírrica para los nacionalistas.
Lo uno, porque España no tiene, hoy por hoy, un gobierno fuerte que defienda una identidad nacional y está entregado, vergonzosamente, en brazos de quienes pueden apoyarles sus lamentables propuestas en las cámaras legislativas, pagando precios que salen de una caja de caudales que no les pertenece porque sólo es propiedad del pueblo español. De esa caja no sólo sale dinero, sino que salen trozos del patrimonio cultural, histórico y sagrado de España que estos gobernantes actuales están dispuestos a robar a toda una nación, por el simple capricho de permanecer dos años más en el poder.
Lo otro, porque me pregunto cual va a ser el beneficio de un territorio como Cataluña, el cual se verá privado de una parcela cultural con un fuerte arraigo en toda España y que sólo va a beneficiar, en su ego nacionalista, a una cuadrilla de resentidos cuyo norte no es más que el odio y la destrucción de todo cuanto pueda ofrecer un olor de españolidad y de cultura milenaria.
Si a estas gentuzas, tal como tienen demostrado en distintas ocasiones, les importa un bledo la dignidad de una persona, más allá de lo que pueda beneficiar a sus propios planteamientos ideológicos, es fácil de imaginar lo que puede importarles la dignidad de un toro bravo. Pero en esto han encontrado una disculpa y un motivo con el que saben perfectamente que pueden hacer daño al país que odian y a los ciudadanos que desprecian.
No hay nada más allá de esa estrategia. No hay nada más allá de ese intento de destrucción. Nada hay más allá, sólo el odio y el sectarismo, algo que además les viene muy bien a sus vergonzosos socios del Gobierno Central para desviar de la atención pública fracasos más sonoros y de capital importancia para el país.
Hoy son los toros, “La Fiesta Nacional” por excelencia. Mañana exigirán llevar al cadalso a la Semana Santa andaluza, al Corpus Cristi de Toledo y quizá se atrevan a pedir la demolición de las catedrales de Burgos o de León, porque pueden ser, para ellos, reminiscencias de un pasado vergonzoso para una nación milenaria de la que ellos no quieren formar parte.
Lo triste es que España calla vergonzosamente. España está inane, se deja llevar, se deja manipular. Con España ya, casi prácticamente, se ha acabado. Ahora sólo queda acabar con sus símbolos y eso es ya tarea fácil.
Alguien dijo en una ocasión que “el pueblo que olvida su historia está obligado a repetirla”. España ha olvidado muchas veces su historia y lo ha pagado caro. Pero pocas veces como ahora ese olvido es tan palpable y a la vez tan sangrante y vergonzoso.
Si a estas gentuzas, tal como tienen demostrado en distintas ocasiones, les importa un bledo la dignidad de una persona, más allá de lo que pueda beneficiar a sus propios planteamientos ideológicos, es fácil de imaginar lo que puede importarles la dignidad de un toro bravo. Pero en esto han encontrado una disculpa y un motivo con el que saben perfectamente que pueden hacer daño al país que odian y a los ciudadanos que desprecian.
No hay nada más allá de esa estrategia. No hay nada más allá de ese intento de destrucción. Nada hay más allá, sólo el odio y el sectarismo, algo que además les viene muy bien a sus vergonzosos socios del Gobierno Central para desviar de la atención pública fracasos más sonoros y de capital importancia para el país.
Hoy son los toros, “La Fiesta Nacional” por excelencia. Mañana exigirán llevar al cadalso a la Semana Santa andaluza, al Corpus Cristi de Toledo y quizá se atrevan a pedir la demolición de las catedrales de Burgos o de León, porque pueden ser, para ellos, reminiscencias de un pasado vergonzoso para una nación milenaria de la que ellos no quieren formar parte.
Lo triste es que España calla vergonzosamente. España está inane, se deja llevar, se deja manipular. Con España ya, casi prácticamente, se ha acabado. Ahora sólo queda acabar con sus símbolos y eso es ya tarea fácil.
Alguien dijo en una ocasión que “el pueblo que olvida su historia está obligado a repetirla”. España ha olvidado muchas veces su historia y lo ha pagado caro. Pero pocas veces como ahora ese olvido es tan palpable y a la vez tan sangrante y vergonzoso.
Viva la Fiesta Brava!
ResponderEliminarLo permanente cuando se aborda este tema es su alto estimulo. Nadie es indiferente y es raro ver personas con posiciones moderadas. Los 'anti' criminalizan la corrida de toros, porque son sujetos tan sensibles y tan dotados, que tienen la estrasensorial capacidad de saber cómo y qué piensan los toros. Y como un politico retorico habla en voz del pueblo, estos anti hablan por los toros.
Los que como yo, tenemos otra forma de ¨"sentir" el mundo y la vida en general, no solo apoyamos la fiesta brava, sino que la amamos y la vivimos -en primer lugar, porque la entendemos, los anti jamas se han interesado en entenderla (si es que eso posible), sino que prefieren vanogloriarse viendo solo sangre y muerte- empezamos a perder la paciencia, puesto los anti han abusado de ella... no se sabe hasta cuando lo harán.
Tambien es de atención el cambio de generaciones, con la moda de intelectualoide postmoderno de izquierdas, que exige un "trato humano" con los animales, sin siquiera, sentir lo contradictorio de esa sentencia... y que aboga por cuanta causa este de moda. Con una sola motivacion, un sentimiento de vanidad intelectual que le exige mostrarle a todos, que él es ingenioso y muy irreverente... y eso es lo que tiene que ser una persona "en el siglo XXI"
Que viva la fiesta brava!