(Pío Baroja)
Hace tres días nos sorprendía la noticia de la captura y posterior asesinato de Muamar el Gadafi, exdictador libio durante más de cuarenta años. Quien era Gadafi es sobradamente conocido, y que gran parte del mundo occidental e, incluso, algunos países árabes deseaban su caída, no es ningún secreto. Mal empieza la revolución que acabó con el sátrapa libio porque ¿qué se puede esperar de unos revolucionarios que, supuestamente, quieren cambiar su país empleando los mismos métodos que el régimen derrocado?
El asesinato de Gadafi ha privado a los tribunales internacionales de ejercer la pertinente justicia contra uno de los grandes criminales de la edad contemporánea y ha supuesto un borrón más en la carrera de excesos que está llevando a cabo el llamado Consejo Nacional de Transición (CNT). Por eso, la pregunta que muchos se hacen es ¿qué será Libia después de Gadafi? ¿Que sistema político van a adoptar?
No es nada fácil instaurar un sistema democrático al estilo occidental en un país como Libia, ni en ninguno del resto de países árabes, porque muchos de ellos viven en la actualidad bajo unos regímenes prácticamente medievales. No es fácil saltar, desde esos sistemas, a una democracia como en occidente se entiende la democracia, de la noche a la maña. Más que difícil, es imposible.
Libia es un país de poco más de seis millones de habitantes, pero muy diseminados en tribus y clanes que, cada uno por sí, quieren ejercer sus propia influencia dentro del país. No es fácil, entonces, la unión para sacar a Libia adelante. El Consejo Nacional de Transición tiene una ardua labor por delante y va a tener que superar muchas dificultades para ir haciendo camino hacia una incipiente democracia.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, afirmaba el día que se conoció la muerte de Gadafi que "Libia cierra un doloroso y trágico capítulo de su historia y da paso a la reconciliación nacional y al respeto por los derechos humanos. Es el momento de la reconstrucción y no de la venganza".
Un encomiable deseo que todos, sin duda, compartimos. Pero, de momento, es sólo un deseo. Veremos por donde sopla el viento.
El asesinato de Gadafi ha privado a los tribunales internacionales de ejercer la pertinente justicia contra uno de los grandes criminales de la edad contemporánea y ha supuesto un borrón más en la carrera de excesos que está llevando a cabo el llamado Consejo Nacional de Transición (CNT). Por eso, la pregunta que muchos se hacen es ¿qué será Libia después de Gadafi? ¿Que sistema político van a adoptar?
No es nada fácil instaurar un sistema democrático al estilo occidental en un país como Libia, ni en ninguno del resto de países árabes, porque muchos de ellos viven en la actualidad bajo unos regímenes prácticamente medievales. No es fácil saltar, desde esos sistemas, a una democracia como en occidente se entiende la democracia, de la noche a la maña. Más que difícil, es imposible.
Libia es un país de poco más de seis millones de habitantes, pero muy diseminados en tribus y clanes que, cada uno por sí, quieren ejercer sus propia influencia dentro del país. No es fácil, entonces, la unión para sacar a Libia adelante. El Consejo Nacional de Transición tiene una ardua labor por delante y va a tener que superar muchas dificultades para ir haciendo camino hacia una incipiente democracia.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, afirmaba el día que se conoció la muerte de Gadafi que "Libia cierra un doloroso y trágico capítulo de su historia y da paso a la reconciliación nacional y al respeto por los derechos humanos. Es el momento de la reconstrucción y no de la venganza".
Un encomiable deseo que todos, sin duda, compartimos. Pero, de momento, es sólo un deseo. Veremos por donde sopla el viento.
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