martes, 30 de noviembre de 2010

MOURINHO


Mourinho se merecía una cura de humildad que no le ha tardado en llegar. De la misma forma, creo que el Real Madrid, como entidad deportiva, no se merece el correctivo que le endosó ayer el Barcelona. Pero nada que alegar, nada en absoluto. Quien no da para más, nada más puede esperar.

Reflexionaba yo anoche y recordaba las acusaciones del entrenador madridista, que dieron origen a la agria polémica sostenida con el “mister” del Sporting de Gijón, Manolo Preciado.

En tales acusaciones se ponía en tela de juicio la honradez deportiva del Sporting y la falta de empeño en ganar ciertos partidos, con la exclusiva finalidad de favorecer al contrario. Según el propio Mourinho, este tipo de sospechosas actitudes, hay países en las que están penadas.

Para que el de Setúbal se vaya enterando, habría que decirle que la actitud del Madrid, ayer, aún con independencia del juego arrollador y contundente del Barcelona, es digna también, de entrar en la ruleta de las sospechas y no debería extrañarse de que alguien, aún no llegando a encontrar suficientes motivos para ello, pudiera pensar lo mismo que él pensó (y acusó) del Sporting de Gijón. ¿O es que este señor tiene bula?

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