Ayer aparecía derribado el "Roblón de San Lázaro". Un viejo roble, casi bicentenario, situado al margen de la carretera que une San Roque del Acebal con Andrín. Muy cerca están las obras de los treinta kilómetros de la "vergüenza", el famos tramo (tan famoso como aquel gol que Cardeñosa nunca llegó a meter) inacabado y tantas veces utilizado políticamente por los gobiernos socialistas que lo han hecho bandera de sus campañas electorales.
¿Que ha pasado con el "Roblón"? El diario La Nueva España comenta hoy que ha sido talado. El teniente de alcalde de Llanes, José Balmori, asegura que su caída se debe a causas naturales. ¿A quien creemos? Lo cierto es que ya no hay "Roblón", un árbol que estaba recogido en el inventario de los más importantes del concejo de Llanes. El árbol cayó a tierra sobre las 11,30 de la noche, según aseguran algunos vecinos de las inmediaciones. ¿Por qué estas cosas siempre revisten "nocturnidad"? Son simples preguntas que uno no puede evitar hacerse. No trato yo de convertirme en un ecologista "coñazo", pero es que hay cosas que, cuando menos, extrañan y nunca se van a aclarar.
No es la primera vez, ni será la última, (no quiero decir que éste sea el caso) que la maquinaria pesada utilizada en las obras públicas, actúa como verdaderos tanques de guerra, arrasando lo que encuentran a su paso. El progreso no debe acabar nunca con el presente, ni mucho menos con el pasado, aunque éste deba sufrir modificaciones inevitables. Pero estas modificaciones deben ser las mínimas.
Un ingeniero que se precie debe saber conjugar esos espacios y ser escrupulosamente respetuoso con lo que la naturaleza nos ha ofrecido y con lo que el hombre ha venido construyendo en siglos pasados. Aquí no cabe lo de "borrón y cuenta nueva" sin embargo, ejemplos tenemos que nos llevan a la sospecha y al recelo.
El 18 de mayo de1997, Alfonso Ussía publicaba un precios artículo en ABC que titulaba "Árboles". "Cada árbol es un símbolo, escribia. El tilo es la tolerancia, el roble la fuerza, el haya la compañía, la encina la resistencia, el álamo la flexibilidad, la palmera la gracia..."
Hay árboles que hemos plantado, que han crecido al ritmo de nuestros hijos. Nos iremos nosotros, se irán nuestros hijos, pero esos árboles permanecerán mucho más tiempo; hasta que la madre naturaleza quiera ó hasta que un hacha sin escrúpulos los asesine.
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Veraneo en la zona desde hace mas de treinta años y siempre frenábamos con respeto al pasar por delante del Prado del roble. Cuando empezaron las obras de la carretera pensé que quedaría a un maduro, perdiendo gallardía, pero que allí seguiría. Lo siento mucho y le echare de menos el próximo verano. No conozco otro igual por la zona.
ResponderEliminarGracias y saludos
Ignaci