(La imagen de San Roque de mi pueblo, Panes)
Estamos en fiestas en nuestra tierra y proliferan por los bares, y por cualquier muro, los carteles que anuncian las celebraciones de los pueblos de nuestro entorno. Según el presupuesto, unos hacen pequeños folletos y otros confeccionan unos librillos que siempre son bonitos por los comentarios y fotos antiguas que en ellos se publican. Yo colaboro en algunos y me los guardo, porque son historia de mi tierra y quiero que mis nietos, mañana, los lean y los aprecien de la misma manera que yo le doy un aprecio precioso a los que me ha llegado de aquellos años de mi niñez.
Pero, en la mayoría de los casos, los pueblos sólo pregonan sus fiestas a través de cartelones, más o menos humildes, pero honrosos y coloridos. San Juan, San Pedro, Santiago, La Sacramental, La Virgen de…., San Lorenzo, San Roque…..Y así podríamos seguir y seguir enumerando santos, hasta llegar a las “once mil vírgenes…”, si es que las hubo alguna vez. Eso se lo preguntaba Álvaro de la Iglesia en una de sus famosas y satíricas novelas.
Estos carteles a los que me refiero, son auténticas piezas de coleccionista. Se recogen en ellos determinadas frases que ya se han hecho célebres en la cartelería festiva. Sus formatos no cambian mucho, año tras año, si bien han ido variando en base a determinadas modas y avances tipográficos.
Hace años eran mucho más austeros. Dos tintas, como mucho. Ahora son mucho más “colorines” y, además, se les han añadido la publicidad de establecimientos comerciales que también recogen frases célebres y bonitas que muchos guardamos en la memoria.
Pero lo verdaderamente popular se conserva. Se ha conservado siempre y se sigue conservando. Incluso, en la actualidad, se quiere volver a aquellos tiempos clásicos donde los carteles que publicitaban las fiestas populares llegaron a ser verdaderas obras de arte tipográfico y, si me apuran, literario.
No voy a entrar en este breve comentario, a analizar el arte (porque siempre fue un arte) de la confección de estos carteles. Quiero fijarme sólo en las frases que contenían.
Nuestras fiestas siempre se ha significado por lo “grandes”,” tradicionales” y por sus “monumentales” espectáculos.
Se comenzaba por aquello de “Grandes y Tradicionales fiestas de San…..en ….”, para continuar anunciando que a las seis de la mañana, se efectuará el disparo de “potentes bombas reales” (léase cohetes) que anunciarán el comienzo de las fiestas.
“Misa solemne oficiada por tres sacerdotes, durante la cual el “sermón correrá a cargo de un elocuente orador sagrado”.
“La procesión se verá alegrada por la vistosa y colorida presencia de lindas señoritas ataviadas con los trajes regionales, que entonarán las tradicionales coplas en honor del Santo”.
A las cinco de la tarde, tendrá lugar la gran final del ya tradicional concurso de bolos, donde se verán las caras los más importantes jugadores de Asturias y La Montaña (que antes no se decía Cantabria). “Los fallos del jurado serán inapelables”.
Animada romería y “monumental” verbena, durante la cual tendrá lugar una “gran cascada de fuegos de artificio”.
Para más información, se leía al final, “véanse programas de mano”. Sobre la publicidad comercial que aparecía en aquellos cartelones, o más bien en los “programas de mano” se podría escribir todo un ensayo.
Sólo quiero recordar aquel famoso anuncio de “Casa El Comportu”, de Panes, que reservaba toda una página (cuando en Panes, por San Cipriano, se confeccionaba uno de esos librillos de los que les hablaba al principio. Ahora ya no se hace, pero se hace en Suarías, para ejemplo de quien quiera tomarle), y que, simplemente decía: “El Comportu no se anuncia nunca”. Uno de mis amigos me recordaba, no hace mucho, un anuncio que quiso poner un vecino de mi pueblo: “Chatarras Cazolé”. ¿Cómo que chatarras? ¡¡Hierros!!, le dijo mi amigo. ¿Vas a andar con medios días en un anuncio…?
Bien. Son recuerdos de mi vida. Son historias de mi tierra. Vivencias que me ayudan a vivir en un mundo donde ya casi no existe la originalidad. Donde prima lo absurdo, lo burdo y donde la falta de imaginación se sustituye por una supuesta cultura barata, chabacana y falta de toda clase y estilo. Salvo raras excepciones, por qué no reconocerlo…
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