OVIDIO SÁNCHEZ, PRESIDENTE DEL PP ASTURIANO
Visto lo visto en el PP asturiano, hay que admitir claramente y sin mirar para otros lados que la ruptura es clara y nada se arregla con darle la espalda a esta grave situación.
No se trata ahora de buscar culpables a esta nueva y triste coyuntura política. Y digo nueva, aunque no es la primera vez que en nuestra Comunidad Autónoma se da el triste hecho de la desunión y la ruptura dentro del PP.
En el PP asturiano existe una dirección regional con encefalograma plano, inoperante, inútil y perdedora por naturaleza. La dirección nacional no es capaz de agarrar el toro por cuernos y encarrilar esta corrida cruenta. Sí, cruenta, porque desangra el cuerpo popular a borbotones.
Las bases de nuestro partido (militancia y simpatizantes, votantes al fin) están divididas porque hay distintas corrientes que reclaman diferentes candidatos para las próximas elecciones autonómicas.
Uno de esos posibles candidatos es don Francisco Álvarez-Cascos, ex vicepresidente del Gobierno con José María Aznar y, posteriormente, ministro de Fomento. Este hipotético candidato, inexplicablemente, está vetado por esta (inoperante, inútil y perdedora por naturaleza) dirección regional del PP asturiano. No le reconocen (no ya a él mismo, sino a la gran base que le apoya) su derecho a ser, o no, candidato a esas próximas elecciones.
Esa corriente oficialista, apoyada por la dirección regional, no tiene aún un candidato presentable con el que convencer a las bases. Ni lo tiene ni lo tendrá, en el sentido de que pueda convencer, porque nadie de su estilo, nadie de su cuerda, nadie que lleva comiendo la sopa boba desde hace ya años, tiene méritos para querer representar a una militancia que ya está harta de perder y de que le hagan la trompetilla por la calle. Carecen de la credibilidad necesaria pero no sueltan la poltrona.
Pero no seré yo quien les niegue ese derecho. Lo que si niego, y a lo que me opongo frontalmente, es al “dedazo”. El PP asturiano, si quiere cerrar esta herida con el menor dolor posible y con los menos puntos de sutura posibles, debe recurrir a elecciones primarias, lo contemplen o no lo contemplen así sus estatutos. En ningún caso, ningún candidato debe ser impuesto sin que las bases lo respalden ampliamente. Ninguna de las dos mitades admitiría un candidato impuesto y la ruptura se haría incontrolable. Es la militancia la que debe hablar y elegir a su candidato democráticamente.
Quizá sea esta una situación muy particular que requiera este tipo de cirugía. De lo contrario sólo se llegaría a consolidar la ruptura, la división y, consecuentemente, a perjudicar de forma irreparable al partido, un partido más necesario que nunca en estos momentos, fuerte y unido, que pueda contrarrestar la ineficacia de un gobierno socialista que está haciendo mucho daño a la región, incapaz de reclamar al gobierno central de España los derechos que Asturias tiene en el contexto nacional y que la ha colocado en el furgón de cola del tren nacional.
Pero la soberbia no conoce límites, al igual que la inoperancia demostrada en todos estos años.
Si la dirección regional del PP no es capaz de solucionar esta crisis (que no parece tener ni voluntad ni capacidad), debe hacerlo la dirección nacional que, hoy por hoy, no se muestra proclive a la labor, demostrando la misma ineficacia y el mismo pasotismo que los dirigentes regionales.
A mi ya me retiraron una vez mi carné de militante y me lo devolvieron un año después. Si las cosas no entran en razón y alguien no muestra la voluntad y la capacidad necesaria para resolver esta situación, no se molesten en pedírmelo. Yo mismo se lo devolveré por voluntad propia.
No se trata ahora de buscar culpables a esta nueva y triste coyuntura política. Y digo nueva, aunque no es la primera vez que en nuestra Comunidad Autónoma se da el triste hecho de la desunión y la ruptura dentro del PP.
En el PP asturiano existe una dirección regional con encefalograma plano, inoperante, inútil y perdedora por naturaleza. La dirección nacional no es capaz de agarrar el toro por cuernos y encarrilar esta corrida cruenta. Sí, cruenta, porque desangra el cuerpo popular a borbotones.
Las bases de nuestro partido (militancia y simpatizantes, votantes al fin) están divididas porque hay distintas corrientes que reclaman diferentes candidatos para las próximas elecciones autonómicas.
Uno de esos posibles candidatos es don Francisco Álvarez-Cascos, ex vicepresidente del Gobierno con José María Aznar y, posteriormente, ministro de Fomento. Este hipotético candidato, inexplicablemente, está vetado por esta (inoperante, inútil y perdedora por naturaleza) dirección regional del PP asturiano. No le reconocen (no ya a él mismo, sino a la gran base que le apoya) su derecho a ser, o no, candidato a esas próximas elecciones.
Esa corriente oficialista, apoyada por la dirección regional, no tiene aún un candidato presentable con el que convencer a las bases. Ni lo tiene ni lo tendrá, en el sentido de que pueda convencer, porque nadie de su estilo, nadie de su cuerda, nadie que lleva comiendo la sopa boba desde hace ya años, tiene méritos para querer representar a una militancia que ya está harta de perder y de que le hagan la trompetilla por la calle. Carecen de la credibilidad necesaria pero no sueltan la poltrona.
Pero no seré yo quien les niegue ese derecho. Lo que si niego, y a lo que me opongo frontalmente, es al “dedazo”. El PP asturiano, si quiere cerrar esta herida con el menor dolor posible y con los menos puntos de sutura posibles, debe recurrir a elecciones primarias, lo contemplen o no lo contemplen así sus estatutos. En ningún caso, ningún candidato debe ser impuesto sin que las bases lo respalden ampliamente. Ninguna de las dos mitades admitiría un candidato impuesto y la ruptura se haría incontrolable. Es la militancia la que debe hablar y elegir a su candidato democráticamente.
Quizá sea esta una situación muy particular que requiera este tipo de cirugía. De lo contrario sólo se llegaría a consolidar la ruptura, la división y, consecuentemente, a perjudicar de forma irreparable al partido, un partido más necesario que nunca en estos momentos, fuerte y unido, que pueda contrarrestar la ineficacia de un gobierno socialista que está haciendo mucho daño a la región, incapaz de reclamar al gobierno central de España los derechos que Asturias tiene en el contexto nacional y que la ha colocado en el furgón de cola del tren nacional.
Pero la soberbia no conoce límites, al igual que la inoperancia demostrada en todos estos años.
Si la dirección regional del PP no es capaz de solucionar esta crisis (que no parece tener ni voluntad ni capacidad), debe hacerlo la dirección nacional que, hoy por hoy, no se muestra proclive a la labor, demostrando la misma ineficacia y el mismo pasotismo que los dirigentes regionales.
A mi ya me retiraron una vez mi carné de militante y me lo devolvieron un año después. Si las cosas no entran en razón y alguien no muestra la voluntad y la capacidad necesaria para resolver esta situación, no se molesten en pedírmelo. Yo mismo se lo devolveré por voluntad propia.
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