jueves, 9 de febrero de 2012

ALCALDES DE BARRIO



En estos últimos días se ha elegido a muchos alcaldes de barrio de distintos municipios asturianos. Aquí, en nuestro concejo de LLanes, están siendo elegidos en estos días

Los alcaldes de barrio, en teoría, son los representantes funcionales del acalde presidente del ayuntamiento y, en algunos casos, son elegidos democráticamente por los vecinos de los respectivos pueblos, si bien el propio alcalde del ayuntamiento tiene potestad para designarlos "digitalmente", como es el caso en el ayuntamiento de Llanes, en los pueblos de Posada y Nueva.

Su figura no tiene mayor relevancia política, y su capacidad de mando o autoridad es escasa. Con independencia de lo que la normativa que regula esta figura, que varía en las diferentes comunidades autónomas, las actitudes de una gran mayoría de los gobiernos municipales, personalizados en su primer edil, les han ido relegando a meros "correveidiles". Émulos de agentes secretos que escuchan, observan y llevan el cuento al jefe. Y no estoy personalizando en nadie, hablo de una forma muy general pero, tristemente, es así de claro.

Lo bueno de estas figuras es que no perciben emolumentos económicos y no vienen a gravar el presupuesto municipal. Sus compensaciones, en algunos casos, vienen dadas vía privilegios o facilidades para el desarrollo de supuestas cacicadas, o favores que se traducen en mirar para otro lado o no querer enterarse de supuestos movimientos rayanos, a veces, en la ilegalidad. S, sí. Haberlos los hay. ¿No los conocen ustedes?

No parece, sin embargo, que sea un cargo muy apetecible en la mayoría de los casos y, aquí, en el Ayuntamiento de Llanes, lo demuestra el hecho de que sólo en once pueblos se celebrarán elecciones al existir más de un candidato al puesto, mientras que en los 38 restantes no será necesario acudir a las urnas ya que sólo se presenta un aspirante. Pero esto tampoco ha impedido la existencia de reclamaciones y discrepancias en alguno de los pueblos donde se celebraron comicios.

Esta situación evidencia, según la lectura que queramos hacer, o bien aburrimiento y falta de confianza en las instituciones, o bien un conformismo borreguil que no es bueno para la convivencia democrática de los pueblos que deberían mostrar más preocupación y participación. En cualquier caso, los hechos son los hechos.

Lo malo es que algunos de estos alcaldes, a base de repetir en el cargo, llegan a creerse un poco señores feudales y pueden llegar al abuso manifiesto en el desarrollo de sus competencias.

Aún para un simple cargo como éste, ningún alcalde de barrio, y ya no digo el resto de alcaldes, presidentes, de los ayuntamientos, nunca deberían dejar de leer “El Príncipe”, de Nicolás Maquiavelo, ni “La Diplomacia”, de Henry Kissinger. Pero muchos de ellos, me temo, tendrían que empezar por aprender a leer.


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