domingo, 22 de enero de 2012

JOSÉ LUIS MARTÍN VIGIL


Escribir hoy, cuando se va a cumplir un año de su muerte, sobre José Luis Martín Vigil, resulta controvertido por distintas razones pues puede que no sea fácil distinguir al escritor de la persona, ni hablar de su obra literaria dejando al margen algunos aspectos de su vida que le sumieron, en los últimos años, en el más oscuro de los ostracismos. Y, hablando de controversias, ésta ha sido una de las características peculiares del autor de "La Vida sale al encuentro".

Puede resultar, como digo, controvertido y arriesgado pues estamos hablando de un personaje, de un escritor, que alcanzó en los años sesenta y setenta, una de las mayores relevancias literarias en España y en el extranjero, ya que algunas de sus obras fueron traducidas a distintos idiomas y publicadas en diferentes paises. Sus casi cicuenta libros, la mayoría de alto contenido social, dan fe indiscutible de ello.

Martín Vigil, nació en Oviedo en 1919 y, aunque era ingeniero, se cambió al mundo de las letras, estudiando Filosofía y Letras, Humanidades y Teología. Como ferviente admirador de San Ignacio de Loyola, se integró en la Compañía de Jesús y se ordenó sacerdote, aunque tardó a penas seis años en abandonar este ministerio, si bien nunca renunció a su fe y siempre se consideró sacerdote.

Su obra, que trata distintos aspectos sobre la juventud y otras cuestiones latentes en su época, tuvo gran influencia en una sociedad que empezaba a salir del acomodamiento y a inquietarse por determinadas cuestiones que empezaban a tomar protagonismo en un país dormido y resignado. Nadie podrá negarle su valentía al abordar, en aquellos tiempos, temas tan delicados como el tratado en la obra "Los curas comunistas", de la que se llegaron a publicar 18 ediciones. La homoxesualidad y las drogas y otros conflictos de la adolescencia: ("La droga es joven", "El xeso de los ángeles", "Una comuna en Madrid"). A éstos les acompañan otros títulos que inciden en temas similares y que fueron referentes para hijos y padres: "Sexta galería", "Un Sexo llamado débil", "Una chabola en Bilbao", "Mi nieto Jaime", "Muerte a los curas", "Requien a cinco voces" y un largo etcétera.

Pero un personaje así nunca está exento de polémica, en muchos casos suscitada por él mimso, como ocurrió al admitir su homoxesualidad y debatir públicamente en televisión, sobre sexo, con Susana Estrada, quien en aquellos años de loco consumo pornográfico (primeros años tras la muerte de Franco), escandalizaba a propios y extraños con su forma de entender el sexo y de promocionarlo a través de publicaciones y películas.

A mediados de los 90 del pasado siglo, el olvido se hizo cargo tanto de su persona como de su obra. Tampoco su salud le permitía ya la primera línea. Ni su salud, ni sus escándalos personales. Pasó, de su cómodo piso de la calle Velázquez (Barrio de Salamanca) de Madrid, a una humilde residencia de Alcobendas donde falleció a los 91 años, con más pena que gloria, en el mes de febrero del pasado año.

Su reconocida homoxesualidad y la sospecha de su vergonzosa tendencia a la pederastia, le hundieron en el ostracismo. La sociedad sólo perdona a algunos.

José Luis Martín Vigil quizá, no lo sé (a mi nunca me gustó juzgar) no merece ser recordado como persona física, pero también creo que su obra, a pesar de este mundo en el que vivimos, falsamente "progre", sí debería ser reivindicada. Aún hoy podría enseñarnos muchas cosas o, cuando menos, hacernos pensar.

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