martes, 11 de noviembre de 2008

¿CUAL ES EL SECRETO DE AFGANISTAN?

Yo sabía que en Afganistán había estado, como médico militar, el Dr. Watson, compañero inseparable de Sherlock Holmes, desde “Estudio en Escarlata”, y narrador de sus aventuras e interesantes casos policíacos, allá por la era Victoriana, cuando Inglaterra estaba en todas partes donde había algo que mereciera la pena.

Gran Bretaña ejerció un fuerte control, desde 1837, sobre Afganistán que dio lugar a la guerra Anglo-Afgana, a cuyo final obtuvo este país la total independencia del Reino Unido, en 1919.

Es un país convulso que ha conocido escasos periodos de paz en su historia, máxime en el siglo XX. En 1973 fue derrocada la monarquía, proclamándose una república que no tardó en caer en manos de un gobierno comunista apoyado por Moscú que ocupó el país desde 1978 hasta 1989 retirándose a causa de fuertes presiones externas. La retirada soviética dejó el campo libre para una nueva guerra civil que finalizó con la entrada de los talibanes en la capital, Kabul, en 1996, instaurando un régimen medieval de terror, basado en la Sharia.

Tras el brutal atentado contra las torres gemelas en Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, una coalición internacional invadió el país y derribó al régimen talibán, autorizando posteriormente el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, la creación de una fuerza militar integrada por tropas de la OTAN, que elevó a la presidencia a Hamid Karzai. Sin embargo, ni el reconstituido gobierno de Karzai, ni los esfuerzos de la OTAN, han conseguido estabilizar el país que se encuentra en una situación de guerra constante.

España forma parte de esta misión que se ha venido a llamar contradictoriamente, “Libertad duradera”, por su condición de miembro de la OTAN y aquí ya no sería de recibo internacional una nueva retirada de tropas como ocurrió en Irak, de la misma forma que tampoco lo es la precariedad conque las tropas españolas desemepeñan su misión.

¿Se consigue, al menos, mantener a raya dentro del país a potenciales terroristas que puedan llevar sus acciones al exterior, con el apoyo de Al Qaeda, organización de estrechos lazos con los talibanes? Pues no parece fácil, ni tampoco serían resultados suficientes que justificasen el despliegue de tropas internacionales en suelo afgano. Ni tan siquiera la pretensión de contener el avance del integrismo islámico, pues otros países presentan el mismo o mayor peligro, en este sentido, y no están sometidos a intervenciones militares

Afganistán es un país extremadamente pobre, con más del 60% de su población dedicada a la agricultura, de forma más fructífera en las llanuras del norte, dado que el 75% de su superficie es terreno de montaña, desértico o semidesértico. Otra fuente importante de su economía es la cabaña ganadera con numerosos rebaños de ovejas “karakul” que proporcionan el astracán.

Posee importantes reservas de gas natural aunque explotadas a baja escala por empresas de capital norteamericano, pero que no constituyen una razón de fuerza ni justifica, tampoco, una intervención militar internacional cuyo objetivo prioritario fuese garantizar la utilización de esas reservas de gas por occidente.

¿Qué se busca entonces en un país, donde dos tercios de su población vive con menos de dos dólares al día? ¿Es, quizá, su posición estratégica lo que interesa y preocupa a las grandes potencias?

La posición geográfica de Afganistán es muy cercana a los importantes recursos de gas y petróleo de Asia Central y, por ello, una fuerte influencia sobre el país y su gobierno, pudiera dar ciertas garantías sobre la explotación y distribución de estos necesarios recursos.

La situación es grave y no tiene visos de solución a través de operaciones militares. Se ha sopesado una negociación directa con los talibanes, pues no se atisban soluciones ni a medio ni a largo plazo, pero parece ser que se ha llegado al convencimiento de que una negociación con uno de los grupos más radicales e intolerantes que pueden existir en el mundo, no tiene mucho de realidad y sí de una cierta fantasía a la que lleva el deseo de poder poner fin a un conflicto que promete una larga permanencia en el tiempo.

¿Qué se busca, entonces, en Afganistán? ¿Dónde está el secreto? Conflictos graves y asesinatos masivos existen en otros países y no parece ser que ameriten ningún tipo de intervención. Países hay que juegan, amenazan e instrumentalizan de forma peligrosa sus recursos energéticos, de los que depende gran parte del mundo, y no son invadidos. ¿Por qué, entonces, Afganistán, uno de los países más míseros del mundo?

Pues eso es lo que yo me pregunto. Mientras, el país se empapa en sangre de militares y civiles.

Algún día la historia nos desvelará este secreto. “Razones de estado”, quizá, así de sencillo. Lo que en medicina equivale a diagnosticar un “virus”, cuando no se saben explicar las cosas.

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