miércoles, 23 de junio de 2010

LA NOCHE DE SAN JUAN


Esta noche será la “noche de San Juan”. Es una noche especial en mi tierra; por tradiciones culturales y por muchas otras cosas. Hasta la mitología alcanza a arropar esta festividad. San Juan, un apóstol de Cristo, atrajo para sí la atención, pero mucho antes de que San Juan existiera, nuestros antecesores astures y cántabros; vaceos y orgenomescos; vascones y galaicos, ya celebraban el solsticio del verano.

Esto es, sin más, lo que hoy se ha venido a llamar “La Noche de San Juan”. Hoy es, en teoría, la noche más corta del año. Hoy es también, en teoría, la noche veraniega por excelencia.

Por muchos lugares de España, se encienden hogueras a “los dioses”. El fuego, en España, siempre ha sido “un Dios”. En España y en el mundo entero, pero en España ha llegado a la categoría de cultura.

El fuego purifica. El fuego da vida nueva, después de la destrucción. El fuego arrasa, pero siempre devuelve la vida entre sus cenizas. Al menos eso es lo que siempre hemos creído. Por eso en este país, hemos tenido siempre presente la cultura del “fuego”.

Yo no voy a encender fuego en mi casa. Como mucho encenderé, de vez en cuando, el mechero para “dar lumbre” a un cigarrillo de los que no debería fumar. Esa será toda mi aportación a esta noche mítica. A esta “Noche de San Juan”.

Pero, no sé por qué, a mí esta noche me atrae. La “Noche de San Juan”, a mí ”me tira “. La llevo dentro de mí desde niño. Y (se lo digo en silencio) me dan ganas de salir a la calle y quemar algunas cajas de cartón que tengo por casa…¡¡¡¡Coño…!! Uno, a veces, también tiene sus sentimientos. Aunque te caiga un “paquete”…..

viernes, 18 de junio de 2010

SARAMAGO


(Morirse es, simplemente, no estar...)


Si hace pocos meses nos dejaba el gran Miguel Delibes, hoy lo hacía otro grande de las letras universales, José Saramago.

Debió llamarse, y haber sido conocido, como José Sousa pero el simpático del encargado del registro lo inscribió con el apodo de su padre (Saramago) y no con su apellido (Sousa). Sin embargo, ante la grandeza del personaje, esto se convierte, simplemente, en una anécdota irrelevante.

Hay una frase suya que viene a decir algo así como “morir es, simplemente, no estar”. Es posible que, efectivamente, no sea más que eso “no estar” pero, aún así, ya es bastante triste.

José Saramago, como otros muchos, conoció la ausencia de libertad para escribir su obra, de la misma manera que, durante buena parte de su vida, conoció las limitaciones materiales. Su afiliación al Partido Comunista Portugués (en la clandestinidad) en 1969, no le proporcionó una influyente tarjeta de visita.

No fueron buenos sus comienzos como escritor pues después de la publicación de su primera novela en 1947 (Tierra de pecado) que no tuvo ningún éxito, escribió una segunda (Claraboya) que ni siquiera fue publicada. Se aparta durante veinte años de la literatura con una frase que debería habernos enseñado mucho: “Sencillamente no tenía algo que decir y cuando no se tiene algo que decir, lo mejor es callarse”.

En 1991, su novela “El Evangelio según Jesucristo” le da la justa fama que tanto le tardó en llegar por la enorme polémica que originó en su país, paradójicamente considerado una república laica. El gobierno portugués veta su presentación al Premio Literario Europeo de aquel mismo año, lo que le hace tomar la decisión de autoexiliarse a la isla canaria de Lanzarote. Desde entonces, la isleña población de Tías y la ciudad de Lisboa, fueron sus residencias compartidas.

Hablar de su trilogía de novelas “Ensayo sobre la ceguera”, es quizá hablar de su obra cumbre, aunque la “cumbre”, en una obra como la de Saramago, radica en su conjunto y es difícil escoger o dar prioridades.

En 1998 le llega el merecido Premio Nobel que le convierte en el primer escritor en lengua portuguesa en obtenerlo.

En una de sus últimas novelas “Las intermitencias de la muerte” habla de un país ignorado al que nunca da nombre, donde la muerte decide suspender su trabajo; la gente deja de morir, aunque sí envejece.

Por lo menos sabemos que ese imaginario país no se trataba ni de España ni de Portugal porque, entonces, el gran Saramago aún estaría entre nosotros.

martes, 15 de junio de 2010

EL "MERCADO" NACIONALISTA

Los partidos nacionalistas, en España, mientras no se demuestre lo contrario, son sólo un "mercado persa" donde se venden apoyos al mejor postor.... (Esto lo digo yo)




España se hunde en la más puñetera miseria. La Unión Europea provisiona fondos para asistir a la “debacle” española. Una debacle peor que la griega. El problema de España es gravísimo, y aún se agrava más porque nadie le da la cara. Nadie quiere saber de la realidad, de la cruda realidad de la situación.

Un gobierno que carece de credibilidad entre la ciudadanía a quien, supuestamente dirige, no puede empecinarse en seguir. No es honrado. Por el contrario, es irresponsable y propio de dictaduras bananeras.

Un gobierno que durante años ha engañado miserablemente a su pueblo y que le ha hundido, no puede erigirse ahora en “salvador de la Patria” y pedir apoyos a unas medidas antisociales entre las gentes a las que ha estado mintiendo. Estas gentes han tardado en despertar, pero ya le ven las orejas al lobo.

Un alto porcentaje de los votantes socialistas admiten ya, a las claras, que la era “ZP” está agotada y que nos espera un próximo año 2011 de peores connotaciones económicas y sociales que el actual 2010.

Zapatero está “KO”, pero si algún partido nacionalista (terreno donde busca apoyos) le sopla en el pico, como a los gallos de pelea, revive y sigue haciendo barbaridades.

Nadie da un duro en este país por la reforma laboral que el Gobierno aprobará mañana por decreto ley. Nadie; ni aún los que la van a firmar. Por eso, el Gobierno necesita apoyos y que alguien le avale, aunque sólo sea por imagen (para salvar la cara) y no duda en comprarlos buscándolos en el mercado nacionalista catalán, vasco y, quizá, canario.

Esos apoyos no los compra con su dinero. Los compra con el dinero de todos los españoles, incluidos los que decimos que “no”. Y si no es con dinero de contar, los compra con concesiones y prebendas políticas que se nos negarán al resto de los españoles. La irresponsabilidad, la insolidaridad y la voracidad de estos partidos nacionalistas, no tiene límites.

Sin embargo, en alguna medida, hay que comprenderles. Cuando uno se encuentra en los caminos con bandoleros a la antigua usanza, es normal tratar de sacar provecho. No es honrado, no es solidario, no es humano, pero alguien concibió (en este país) e hizo así la actividad política.


No es honrado que grupos políticos, de cualquier signo o filosofía, que representan a una parte de España en sus más altas instituciones, como es el Parlamento Nacional, den la espalda a sus más sagrados deberes, pongan la mano y miren para otro lado.

A mí me gustaría tener que comerme, materialmente, este comentario que ahora escribo, debido a que ninguno de estos partidos nacionalistas a los que el Gobierno, en KO técnico y físico, llega en busca de un soplo de aire que le haga revivir, le hayan apoyado. Me gustaría, se lo prometo. Y prometo que me lo como, llegado el caso.

Pero tengo el convencimiento de que no va a ser necesario. Tanto a este impresentable Presidente, como a los que le secundan, siempre habrá quienes les soplen en el pico. Y revivirán y seguirán haciendo daño. Pero, en ese supuesto, todos sabremos, también, quienes fueron sus compañeros de viaje. En definitiva: ¡¡Quienes hundieron a España….!!!